SIMBADA 3 V. XENEIZES 6
Titi 6
Maseta 6,75
Borja 7
Pepo 6
Horacio 8
Negro 5
Oso 5
Beto 6
Mariano 2,75
Juanpi 6
Nacho 5
Primer tiempo: 7 minutos, gol de Beto (S); 20 y 22 minutos, goles de
Xeneizes
Segundo tiempo: 6, 13 y 25 minutos, goles de Xeneizes; 27 minutos,
gol de Borja (S); 37, gol de Horacio (S) y 39, gol de Xeneizes
SIMBADA ARRANCÓ MEJOR, PERO TERMINÓ MUCHO PEOR
Por Armando Paredes
El primer objetivo de la temporada quedó cumplido. Simbada se había
propuesto ser un equipo regular y fue uno de los más regulares del torneo
Clásicos del Club Náutico de San Isidro. Así lo demuestran los números. Perdió 5
partidos, empató 2 y ganó sólo uno. Se mantuvo una línea y se la respetó. Al
comenzar la competencia, el grupo se reunió en la casa de Tití y alguien se
impuso el objetivo de mantener el nivel y procurar sólo 5 victorias.
Simbada. Maseta, Borja, Negro, Oso, Pepo, Horacio. Abajo. Juanpi, Nacho, Mariano, Tití y Beto
Parte de esa meta se cumplió. Fueron cinco. Pero derrotas. No se
puede negar que Simbada mantuvo siembre una conducta, una filosofía, una mística
de juego, un rumbo: sinuoso a veces, torcido otras y descendente las más. Pero
nunca se aparató de ese libreto. La partitura ejecutada casi a la
perfección.
Contó con jugadores que siempre exigieron más. Es el caso de Maseta
que terminó el torneo convencido de que merecía más que un 6 y así se lo hizo
saber a este humilde cronista. Es valorable: no es bueno el
conformismo.
Panorámica del estadio, algunos claros en las tribunas. Pero un clima conmovedor
Por otra parte, no siempre Simbada tiene la suerte de definir un
campeonato. Esta vez pudo hacerlo: terminó aplaudiendo a su rival, Xeneizes,
mientras daba la vuelta olímpica levantando el trofeo de “campeón” luego de
sufrir una categórica goleada por 6 a 3. Fue un actor clave así en el final del
torneo.
Pero el resultado fue mentiroso. Xeneizes sólo supo aprovechar sus
seis mejores momentos del partido. Nada más que eso. Porque otros seis momentos
mejores fueron ahogados en las manos de Tití, atento y seguro, más allá de la
engañosa goleada. Una seguidilla de goles que resultó una
engañapichanga.
Por lo demás, los tantos del equipo que viste la camiseta de Banfield
no fueron tan meritorios como lo indica el abultado score. Xeneizes necesita
entrar al arco con pelota y todo, hace demasiados toques antes de llegar al gol,
no define antes y no patea apenas ve la oportunidad. En cambio, llega con la
pelota hasta la misma línea de meta y desde allí se convierte casi en un juego
de niños, sin gracia, fulminar al arquero. Así no tiene gracia. No vale
chumbear.
Nacho estuvo intratable. Tiró de media distancia todo el partido. Sin suerte
Xeneizes hace correr la pelota más que a los jugadores. Eso revela
poco estado físico más allá de la increíble rotación y velocidad que le dan a su
juego en el medio campo. Pero no hay caso: la pelota circula más rápido. Simbada
es la contracara. Largos pelotazos, que terminan en los pies contrarios, pero
que al mismo tiempo obligan a feroces corridas que nos preparan para el próximo
match.
Por todo ello, Simbada mereció mucho más: estuvo cerca de la hazaña,
si se tienen en cuenta los primeros 20 minutos, en donde fue un claro dominador
del partido, pudo armar buen juego y fue contundente. El Negro, Horacio, Oso y
Beto anticiparon el juego xeneize y aprovecharon cada espacio, cada milímetro,
para jugar. Hubo circulación de pelota, Horacio tomó la manija y generó ataques
de mucho peligro. Por uno de ellos, se produjo el primer gol de Simbada. Un
remate suyo fue rechazado por el arquero, Maseta tomó el rebote y con media
gambeta habilitó a Beto, que siempre está, y solo frente al arco fusiló al
golero xeneize.
Beto remata de derecha. Golazo. Simbada comenzó soñando con la hazaña
Mantuvo Simbada su dominio durante veinte minutos más. Fue entonces
cuando el xeneize, conducido por el Gato, número 7, comenzó a encontrar los
espacios. Sus toques se hicieron más fluidos, las combinaciones prosperaban en
la cancha, y allí se abrieron las primeras grietas en una defensa que había
mostrado firmeza. Borja comenzó a verse desbordado por el descontrol creciente
del mediocampo simbadense. Las piernas de los volantes bordos se fueron
desgastando y quedaron prematuramente estáticos.
La defensa no desentonaba, de todas maneras. Maseta arañó el 7 –esta
vez no habrá hackers ni Anónymous que lo salven, se hicieron ajustes en el blog-
y se quedó en un 6,75, que fue meritorio por el rival que enfrentó. Pepo
reemplazó con corrección a Rorro, ausente con aviso, pero quedó la sensación de
que hubiera sido más eficiente más lanzado al ataque.
Horacio se debió desdoblar. Corrió como pocas veces, se echó a los
pies de los rivales, mostró gran temperamento y se puso el equipo al hombro.
Pero no alcanzó. Beto, que es un jugador elegante, de galera y bastón, fue su
complemento ideal, hasta que las piernas lo permitieron.
Horacio desbordó y enfrenta la marca del marcador de punta xeneize
Dos avances seguidos de Xeneizes terminaron con las esperanzas
bordos. Casi calcadas, las jugadas terminaron en la red de Tití casi sin que
éste –ni sus compañeros- pudiera advertirlo. ¿Que pasó? Simple: apareció
Xeneizes.
El segundo tiempo confirmó –y acentuó- la sensación que dejó el
primero. Entre Francis, Gato y otros laderos xeneizes comenzaron a circular el
esférico con gran velocidad y el desánimo de los bordós se profundizó. El
refuerzo de Nacho –que ingresó al promediar el primer tiempo- no bastaba para
oxigenar el mediocampo. Simbada comenzó a deambular sin ideas, plagado de
imprecisiones, y no pudo contener a un adversario que llegaba al arco con pelota
dominada y descargó en forma repetitiva y sistemática tres golazos ante un Tití
sin chances y vencido por la apabullante habilidad de los contrarios.
Horacio, tapado, remató y el arquero dio rebote. Maseta continuó la jugada y Beto definió
El 5 a 1 parecía irreversible. Pero el partido daría oportunidades.
Horacio, Oso, Nacho probaron de media distancia. Borja se cargó el equipo al
hombro. Pero Mariano tuvo, a todas
luces, su peor partido desde que llegó a Simbada (diríase que desde que llegó a
este mundo) y no funcionó. Fantasmagórico, irresoluto, impreciso y a destiempo.
Definitivamente peleado con la pelota.
Pareció quedar preso de sus propios nervios –las famosas pulsaciones
del partido-, y estos profundizaron sus limitaciones técnicas, que no son pocas.
Sólo dos aciertos en medio de un mar de lagunas. Hizo de cortina para el
cabezazo de Borja, que marcó el 2-5. Y terminó de asegurar sobre la línea el
golazo de Horacio, tras una conmovedora apilada de éste y un remate rechazado a
medias por el arquero que entraba lentamente al arco.
Poco, muy poco, apenas para agregar 75 centésimos a la calificación
de 2 que acompaña a esta crónica y así dejarla en un justo 2,75. Y a llorar a la
piecita.
Siempre bien ubicado, Mariano no pudo resolver un rebote cantado del
arquero tras un remate de Borja (era gol, pero la pelota nunca bajaba y le quedó
para la zurda) y tampoco pudo dominar la envenenada pelota en un pase al vacío
en el que el mismo Borja lo dejaba cara a cara con el área contraria.
Beto dibujó gambetas y volvió locos a sus rivales en el primer tiempo
De todos modos, el 3 a 5 insufló una inyección de ánimo en Simbada.
Faltaban dos minutos y alguien se imaginó la hazaña. El 5 a 5 era posible. Pero
inyección duró poco y apenas fue un pinchazo de enfermero. En un contragolpe,
Xeneizes aplicó una combinación letal que dejó el partido en un 6 a 3
definitivo.
Más allá de las conclusiones expresadas más arriba, las positivas y
las negativas, hay que rescatar que Simbada quedó en un digno tercer puesto
(aunque empezando desde debajo de la tabla) y ello abre grandes esperanzas hacia
el futuro: sólo queda de aquí en más mejorar. El equipo arrancará desde un piso
lo suficientemente bajo a partir del cual cualquier mejora significará una
evolución para celebrar. El objetivo es claro: ir de menor a
mayor.
La temporada que pasó fue de asentamiento. No se notaron por ahora
los resultados. No era la idea. Pero seguramente el año próximo comenzará a
rendir sus frutos el trabajo invisible que se hizo en este torneo. ¿Qué se podrá
ver entonces? ¿Mística? ¿Garra? ¿Fútbol? Se ignora todavía, es demasiado
invisible para determinarlo.
APOSTILLAS
El Negro perdió como capitán su octavo sorteo en el torneo. Terminado
el certamen, el mandamás de Simbada no pudo ganar nunca un sorteo antes de los
partidos. En el equipo comenzaron a sospechar que los referís traen monedas
cargadas que siempre terminan diciendo lo contrario del señor Pagani. La
fortuna, evidentemente, no acompañó a Simbada en este Clásicos. Maseta puso de
relieve este detalle antes de que comenzara el partido, por lo cual la platea
femenina se vio atraída por quien, a fuerza de ser desafortunado en el juego, no lo
debe ser en el amor.
ooo
El Titi comenzó a entregar las invitaciones para el asadete que
organizará el viernes próximo para celebrar el final de la temporada. El motivo
del festejo será que Simbada se asegurará que no habrá más derrotas hasta el año
próximo. Como sea, Tití prometió muy buenas tiras, carnes, achuras y demás
elementos contundentes de parrilla. En principio la convocatoria es sin las
mujeres para evitar dar explicaciones por la temporada. Se entiende: muchas
están engañadas de que están casadas con verdaderos ídolos y es mucho el riesgo
de que se sepa la verdad.
ooo
El Bebe faltó a la cita. Algunos infidentes del equipo aseguraron que
el marcador de punta derecho no pudo superar un avanzado estado de ebriedad que
le quedó del día anterior, cuando San Lorenzo había hacho 4 goles frente a All
Boys. Otros indicaron en cambio que la ingesta había comenzado cuando Tigre le
había ganado el jueves anterior a Cerro Porteño por 4 a 2 y así clasificó a la
semifinal de la Copa Sudamericana. Cuervo y Tigre, sus dos pasiones,
justificaron el faltazo.
Ooo
Tanque no pudo asistir al partido. Mandó a decir que no había llegado
a tiempo de su recorrida por la Noche de los Museos, del sábado anterior. Al
menos eso informó su familia. Dicen que Tanque regresó a las 7 de la mañana a su
casa, luego de haber pasado revista de algunas reliquias de unos 45 años y en
estado bastante calamitoso.