martes, 13 de noviembre de 2012

Despedimos la temporada con otra derrota y muchas conclusiones


SIMBADA 3 V. XENEIZES 6

Titi 6
Maseta 6,75
Borja 7
Pepo 6
Horacio 8
Negro 5
Oso 5
Beto 6
Mariano 2,75
Juanpi 6
Nacho 5

Primer tiempo: 7 minutos, gol de Beto (S); 20 y 22 minutos, goles de Xeneizes
Segundo tiempo: 6, 13 y 25 minutos, goles de Xeneizes; 27 minutos, gol de Borja (S); 37, gol de Horacio (S) y 39, gol de Xeneizes

SIMBADA ARRANCÓ MEJOR, PERO TERMINÓ MUCHO PEOR
Por Armando Paredes

El primer objetivo de la temporada quedó cumplido. Simbada se había propuesto ser un equipo regular y fue uno de los más regulares del torneo Clásicos del Club Náutico de San Isidro. Así lo demuestran los números. Perdió 5 partidos, empató 2 y ganó sólo uno. Se mantuvo una línea y se la respetó. Al comenzar la competencia, el grupo se reunió en la casa de Tití y alguien se impuso el objetivo de mantener el nivel y procurar sólo 5 victorias.
Simbada. Maseta, Borja, Negro, Oso, Pepo, Horacio. Abajo. Juanpi, Nacho, Mariano, Tití y Beto

Parte de esa meta se cumplió. Fueron cinco. Pero derrotas. No se puede negar que Simbada mantuvo siembre una conducta, una filosofía, una mística de juego, un rumbo: sinuoso a veces, torcido otras y descendente las más. Pero nunca se aparató de ese libreto. La partitura ejecutada casi a la perfección.
Contó con jugadores que siempre exigieron más. Es el caso de Maseta que terminó el torneo convencido de que merecía más que un 6 y así se lo hizo saber a este humilde cronista. Es valorable: no es bueno el conformismo.
Panorámica del estadio, algunos claros en las tribunas. Pero un clima conmovedor

Por otra parte, no siempre Simbada tiene la suerte de definir un campeonato. Esta vez pudo hacerlo: terminó aplaudiendo a su rival, Xeneizes, mientras daba la vuelta olímpica levantando el trofeo de “campeón” luego de sufrir una categórica goleada por 6 a 3. Fue un actor clave así en el final del torneo.

Pero el resultado fue mentiroso. Xeneizes sólo supo aprovechar sus seis mejores momentos del partido. Nada más que eso. Porque otros seis momentos mejores fueron ahogados en las manos de Tití, atento y seguro, más allá de la engañosa goleada. Una seguidilla de goles que resultó una engañapichanga.

Por lo demás, los tantos del equipo que viste la camiseta de Banfield no fueron tan meritorios como lo indica el abultado score. Xeneizes necesita entrar al arco con pelota y todo, hace demasiados toques antes de llegar al gol, no define antes y no patea apenas ve la oportunidad. En cambio, llega con la pelota hasta la misma línea de meta y desde allí se convierte casi en un juego de niños, sin gracia, fulminar al arquero. Así no tiene gracia. No vale chumbear.
Nacho estuvo intratable. Tiró de media distancia todo el partido. Sin suerte

Xeneizes hace correr la pelota más que a los jugadores. Eso revela poco estado físico más allá de la increíble rotación y velocidad que le dan a su juego en el medio campo. Pero no hay caso: la pelota circula más rápido. Simbada es la contracara. Largos pelotazos, que terminan en los pies contrarios, pero que al mismo tiempo obligan a feroces corridas que nos preparan para el próximo match.

Por todo ello, Simbada mereció mucho más: estuvo cerca de la hazaña, si se tienen en cuenta los primeros 20 minutos, en donde fue un claro dominador del partido, pudo armar buen juego y fue contundente. El Negro, Horacio, Oso y Beto anticiparon el juego xeneize y aprovecharon cada espacio, cada milímetro, para jugar. Hubo circulación de pelota, Horacio tomó la manija y generó ataques de mucho peligro. Por uno de ellos, se produjo el primer gol de Simbada. Un remate suyo fue rechazado por el arquero, Maseta tomó el rebote y con media gambeta habilitó a Beto, que siempre está, y solo frente al arco fusiló al golero xeneize.
Beto remata de derecha. Golazo. Simbada comenzó soñando con la hazaña

Mantuvo Simbada su dominio durante veinte minutos más. Fue entonces cuando el xeneize, conducido por el Gato, número 7, comenzó a encontrar los espacios. Sus toques se hicieron más fluidos, las combinaciones prosperaban en la cancha, y allí se abrieron las primeras grietas en una defensa que había mostrado firmeza. Borja comenzó a verse desbordado por el descontrol creciente del mediocampo simbadense. Las piernas de los volantes bordos se fueron desgastando y quedaron prematuramente estáticos.

La defensa no desentonaba, de todas maneras. Maseta arañó el 7 –esta vez no habrá hackers ni Anónymous que lo salven, se hicieron ajustes en el blog- y se quedó en un 6,75, que fue meritorio por el rival que enfrentó. Pepo reemplazó con corrección a Rorro, ausente con aviso, pero quedó la sensación de que hubiera sido más eficiente más lanzado al ataque.

Horacio se debió desdoblar. Corrió como pocas veces, se echó a los pies de los rivales, mostró gran temperamento y se puso el equipo al hombro. Pero no alcanzó. Beto, que es un jugador elegante, de galera y bastón, fue su complemento ideal, hasta que las piernas lo permitieron.
Horacio desbordó y enfrenta la marca del marcador de punta xeneize

Dos avances seguidos de Xeneizes terminaron con las esperanzas bordos. Casi calcadas, las jugadas terminaron en la red de Tití casi sin que éste –ni sus compañeros- pudiera advertirlo. ¿Que pasó? Simple: apareció Xeneizes.

El segundo tiempo confirmó –y acentuó- la sensación que dejó el primero. Entre Francis, Gato y otros laderos xeneizes comenzaron a circular el esférico con gran velocidad y el desánimo de los bordós se profundizó. El refuerzo de Nacho –que ingresó al promediar el primer tiempo- no bastaba para oxigenar el mediocampo. Simbada comenzó a deambular sin ideas, plagado de imprecisiones, y no pudo contener a un adversario que llegaba al arco con pelota dominada y descargó en forma repetitiva y sistemática tres golazos ante un Tití sin chances y vencido por la apabullante habilidad de los contrarios.
Horacio, tapado, remató y el arquero dio rebote. Maseta continuó la jugada y Beto definió

El 5 a 1 parecía irreversible. Pero el partido daría oportunidades. Horacio, Oso, Nacho probaron de media distancia. Borja se cargó el equipo al hombro. Pero Mariano tuvo, a todas luces, su peor partido desde que llegó a Simbada (diríase que desde que llegó a este mundo) y no funcionó. Fantasmagórico, irresoluto, impreciso y a destiempo. Definitivamente peleado con la pelota.
Pareció quedar preso de sus propios nervios –las famosas pulsaciones del partido-, y estos profundizaron sus limitaciones técnicas, que no son pocas. Sólo dos aciertos en medio de un mar de lagunas. Hizo de cortina para el cabezazo de Borja, que marcó el 2-5. Y terminó de asegurar sobre la línea el golazo de Horacio, tras una conmovedora apilada de éste y un remate rechazado a medias por el arquero que entraba lentamente al arco.

Poco, muy poco, apenas para agregar 75 centésimos a la calificación de 2 que acompaña a esta crónica y así dejarla en un justo 2,75. Y a llorar a la piecita.
Siempre bien ubicado, Mariano no pudo resolver un rebote cantado del arquero tras un remate de Borja (era gol, pero la pelota nunca bajaba y le quedó para la zurda) y tampoco pudo dominar la envenenada pelota en un pase al vacío en el que el mismo Borja lo dejaba cara a cara con el área contraria.
Beto dibujó gambetas y volvió locos a sus rivales en el primer tiempo

De todos modos, el 3 a 5 insufló una inyección de ánimo en Simbada. Faltaban dos minutos y alguien se imaginó la hazaña. El 5 a 5 era posible. Pero inyección duró poco y apenas fue un pinchazo de enfermero. En un contragolpe, Xeneizes aplicó una combinación letal que dejó el partido en un 6 a 3 definitivo.

Más allá de las conclusiones expresadas más arriba, las positivas y las negativas, hay que rescatar que Simbada quedó en un digno tercer puesto (aunque empezando desde debajo de la tabla) y ello abre grandes esperanzas hacia el futuro: sólo queda de aquí en más mejorar. El equipo arrancará desde un piso lo suficientemente bajo a partir del cual cualquier mejora significará una evolución para celebrar. El objetivo es claro: ir de menor a mayor.

La temporada que pasó fue de asentamiento. No se notaron por ahora los resultados. No era la idea. Pero seguramente el año próximo comenzará a rendir sus frutos el trabajo invisible que se hizo en este torneo. ¿Qué se podrá ver entonces? ¿Mística? ¿Garra? ¿Fútbol? Se ignora todavía, es demasiado invisible para determinarlo.

APOSTILLAS
El Negro perdió como capitán su octavo sorteo en el torneo. Terminado el certamen, el mandamás de Simbada no pudo ganar nunca un sorteo antes de los partidos. En el equipo comenzaron a sospechar que los referís traen monedas cargadas que siempre terminan diciendo lo contrario del señor Pagani. La fortuna, evidentemente, no acompañó a Simbada en este Clásicos. Maseta puso de relieve este detalle antes de que comenzara el partido, por lo cual la platea femenina se vio atraída por quien, a fuerza de ser desafortunado en el juego, no lo debe ser en el amor.

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El Titi comenzó a entregar las invitaciones para el asadete que organizará el viernes próximo para celebrar el final de la temporada. El motivo del festejo será que Simbada se asegurará que no habrá más derrotas hasta el año próximo. Como sea, Tití prometió muy buenas tiras, carnes, achuras y demás elementos contundentes de parrilla. En principio la convocatoria es sin las mujeres para evitar dar explicaciones por la temporada. Se entiende: muchas están engañadas de que están casadas con verdaderos ídolos y es mucho el riesgo de que se sepa la verdad.

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El Bebe faltó a la cita. Algunos infidentes del equipo aseguraron que el marcador de punta derecho no pudo superar un avanzado estado de ebriedad que le quedó del día anterior, cuando San Lorenzo había hacho 4 goles frente a All Boys. Otros indicaron en cambio que la ingesta había comenzado cuando Tigre le había ganado el jueves anterior a Cerro Porteño por 4 a 2 y así clasificó a la semifinal de la Copa Sudamericana. Cuervo y Tigre, sus dos pasiones, justificaron el faltazo.

Ooo
Tanque no pudo asistir al partido. Mandó a decir que no había llegado a tiempo de su recorrida por la Noche de los Museos, del sábado anterior. Al menos eso informó su familia. Dicen que Tanque regresó a las 7 de la mañana a su casa, luego de haber pasado revista de algunas reliquias de unos 45 años y en estado bastante calamitoso.

martes, 6 de noviembre de 2012

Tras un empate deslucido, esperamos al campeón


MÁS MUSICA 1 V. SIMBADA 1

El equipo

Tití 4
Maseta 7
Borja 6
Juanpi 5
Nacho 5
Negro 5
Horacio 5
Beto 5
Bebe 5
Oso 5
Mariano 4
Rorro 5
Tanque 5

Goles:
Primer tiempo: 26 minutos gol de Maseta. 40 min 3 seg. gol en contra de Tití (para Más Música)

SIMBADA Y MAS MUSICA SE
REPARTIERON LOS ERRORES
Por Armando Paredes

El partido con Más Música fue una sinfonía de errores. Los dos equipos se repartieron desaciertos durante los 80 minutos. Así fue como los dos goles que hubo –uno para cada escuadra- provinieron de desgraciadas jugadas de ambos arqueros. Se podría decir, casi, que fueron goles en contra. De todos modos, si tenía que haber un ganador, ese era Simbada.
Beto cabeceó desviado cuando por detrás aparecía Borja

El equipo bordó fue apenas superior en el primer tiempo. Por momentos tuvo pasajes de buen toque y dinámica. Sobresalió Maseta, que además de tener una correcta marcación de su punta, se transformó en una carta ofensiva, empujando al equipo hacia adelante y si era necesario a los gritos.

Nacho, el Negro y Horacio buscaron asociarse, pero más allá de algunos momentos de lindas combinaciones pocas veces llegaron al arco con peligro, más allá de sendos disparos de media distancia de Oreja y Negro. De todos modos, la intención se insinuaba interesante. Pero por momentos los volantes parecían quedar muy lejos entre sí y demasiado desconectados de Beto, que jugaba de punta.
Beto encaró al defensor de Más Musica. Esta vez no pudo

En ese contexto, la situación más clara que tuvo Simbada fue un disparo bombeado desde 45 metros de Maseta, que el arquero de Mas Música desvió con la punta de los dedos y la pelota pico en el travesaño. Las tribunas quedaron sin aliento y los comentarios de algunos miembros del equipo en el banco de suplentes, maledicentes, eran que Maseta había querido despejar. No fue así. Tiró al arco.
Primer aviso de Maseta. Disparo bombeado, el arquero y el travesaño la mandan al corner

El arquero le confesó al referí que la había tocado para que se cobrara el córner. Estaba aburrido de no participar y además quiso anotarse algún mérito en evitar el gol. Igualmente fue aplaudido.
Gol de Maseta. Con un paso de baile, el arquero la empujó a la red

De todos modos, fue el primer aviso. Tres minutos más tarde, Maseta, en un desborde por la izquierda –su punta era la derecha- quiso esta vez sí tirar un centro pero el disparo salió muy cerrado y algo llovido, lo cual complicó al arquero que en su intento de retenerla la metió dentro del arco. Igualmente, el gol se le anotó a Maseta porque el golero solo rozó el balón.

De lejos, Maseta descolló en ese primer tiempo. El otro jugador que empujó, como siempre fue Borja, pero esta vez sin la claridad y potencia de otras mañanas. Siempre fue muy firme en la marca, especialmente cuando se escalonaba con Maseta y con Juanpi. La seguridad en el fondo estuvo garantizada.

Así se iba el primer tiempo, con un triunfo cómodo de Simbada y sin mayores contratiempos ocasionados por Más Musica. Tití había tenido que intervenir, aunque sin mucha exigencia en algunos ataques musiqueros.

Pero lo peor de la jornada llegó a los 40 minutos y 3 segundos, ya en tiempo cumplido de la primera etapa. En la última patada de Más Música, Tití tuvo su jugada más amarga del campeonato. Un centro de derecha a izquierda de los musicales, sin muchas esperanzas, débil y sin destino, fue deslizándose despacio hacia los pies de Tití, que al poner mal las manos para retener el balón terminó empujándolo hacia el fondo de la red. Gol en contra. Era injusto, pero era empate.
Titi, el Uno, se sacó un Dos tras un gol casi en contra

Luego, es cierto, Tití evitó la caída del arco en dos oportunidades, tapando pelotas muy difíciles. Por ese motivo se salvó del 1 (uno) y se le admitió un 2 (dos).
Simbada había tenido más y mejor la pelota. El segundo tiempo fue para el olvido. Las ganas de Oso, corriendo y arrastrando, no alcanzaron. Oreja se fue diluyendo –aunque con mucho despliegue y tirándose a los pies de los contrarios, aportando en defensa y en ataque-, pero sin acertar el camino del peligro para el rival. Nacho, que entró mucho en juego, peleó y luchó contra marcas duras, fue perdiendo piernas por el extremo calor.
La gambeta mágica de Nacho esta vez no alcanzó

El Bebe y Rorro cumplieron muy bien sus libretos, fueron muy correctos en sus marcas, mientras que Mariano buscó pero nunca le llegó la oportunidad. Igualmente, siempre dio la sensación de que Simbada estaba más cerca del gol. Hubo desbordes peligrosos de Nacho y de Oso, pero nunca Simbada pudo terminar con el moño la jugada, ni ponerle el sello ganador al último pase.
Oso, una cuota de dinámica pero, pero el equipo lució desconectado

Quedó la imagen de un equipo demasiado incomunicado en la cancha, con pases largos, fácilmente anticipables, y con volantes que no se agrupaban entre sí para progresar juntos en el campo. Los bordos parecieron desconectados, muy lejanos unos de otros. Cada simbadense que tomaba el balón no registraba una descarga a mano para comenzar a herir al rival.

En los últimos partidos, a Simbada le faltó más toque y rotación, movilidad de los que no tienen la pelota para ofrecer un pase posible, una combinación, la que abre espacios y la que confunde al adversario. Ese juego salió muy bien con Dynamo Zagreb, pero Simbada nunca lo pudo repetir.
Horacio en uno de sus intentos. Se fue desviada

Así se diluyó el partido, en medio del incipiente calor del verano, y con algunos intentos de media distancia de Bebe, Rorro, Tanque y Oreja. Pero nada más.
Habrá una oportunidad perfecta para a mejorar y dejar el año con buena imagen. Se podrá salvar el orgullo contra Xeneizes, el equipo que ya es campeón con 21 puntos sobre 21 posibles, a cinco del segundo, faltando una fecha por jugarse. Los Xeneizes vendrán a jugar por el invicto; Simbada saldrá a la cancha por el honor. La historia demuestra que los bordós también son capaces de la hazaña.

APOSTILLA
Luego del partido, el rostro de Tití lo decía todo. “Quiero que Armando Paredes me ponga un 1 (uno). No me lo puedo perdonar. No sé con qué cara voy a mirar a mi suegro ahora. Soy el culpable. Pásenme una pistola”, declaró el Uno cuando se retiraba de los vestuarios. Muchos compañeros lo consolaban diciéndole que mucho peor había sido su partido contra Pincharratas. Uno de ellos era el Negro: “No importa Tití, contra Pincharratas te hiciste dos goles. Hoy solamente uno”. El Uno se quedó mucho más tranquilo. Igual le quedaría otro consuelo: del medio hacia adelante, Simbada fue un conjunto de fantasmas que no pudieron quebrar a Más Música. Igualmente prometió pagar el asado él solo… cuando lo haga.

OOO
Anonymous estuvo aquí. No intenten cambiar mis cambios o sino...

miércoles, 31 de octubre de 2012

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA














SIMBADA 2 V. PINCHARRATAS 3

Titi 5
Maseta 6
Borja 9
Bebe 7
Beto 7
Rorro 7
Oso 6
Mariano 6
Pepo 7
Negro 7

Primer tiempo
7, 14 y 35 minutos goles de Pincharratas

Segundo tiempo
27 minutos, gol de Borja (Simbada) y 34 gol de Beto (Simbada)

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU
TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA

Por Armando Paredes

El primer tiempo estuvo demás. Pese a un buen comienzo, Simbada se fue diluyendo dentro del buen toque y rotación de Pincharratas. Pese a la voluntad de los volantes y la solidez de la defensa el equipo albiazulamarillo se fue adueñando de la pelota en los primeros minutos, gracias a un buen despliegue de sus jóvenes y adultos mediocampistas. Los primeros minutos pudieron tener alguna situación de gol para los bordos. Pero nunca llegó con claridad.

Sus carrileros, Oso y Beto no ofrecieron el juego de rotación permanente para crear espacios para el juego asociado. Sin embargo, algunos movimientos interesantes podían dejar entrever lo que sería el gran final de Simbada, que no bastó para empatar el partido por la diferencia que el Pincha había sacado en la primera etapa.

El derrumbe de simbada comenzó con una jugada desgraciada. Un centro cruzado y bajo de izquierda a derecha tomó por sorpresa a Titi que no pudo contener la arremetida del voluminoso delantero barbado de los blancos, que se llevó por delante la pelota con su prominente vientre y la arrastró hacia la red. Era 0-1 y el desarrollo del partido no justificaba esa diferencia.

El Negro siempre mostró voluntad, Rorro fue creciendo jugando más adelantado que lo habitual y Bebe quería ganar todas las pelotas en su punta. Pese a la firmeza de Borja, que sacó todo lo que pudo de abajo y de arriba, Tití se encontró con una segunda desgracia. Un remate violentísimo dio contra su palo derecho y el rebote pegó esta vez en su espalda, marcando el segundo gol pincha.

El 0-2 parecía una gran cuesta hacia arriba que Simbada, con su esfuerzo no podía remontar. El desgaste físico de todo el equipo no se pone en duda, pero quizá falto la cuota que se vio otras veces: no hubo rotación, esa que crea espacios y obliga a jugar tocando en paredes. Los volantes y el punta, Mariano, aunque voluntariosos y concentrados, parecieron estáticos y esta vez estuvieron faltos de variantes e ideas: no generaron peligro arriba. Todo eran pelotazos y ataques frontales.

En ese marasmo de confusión y falta de ideas, Pincharratas hizo el tercer gol, en una buena maniobra de uno de sus delanteros que fue mérito, esta vez sí, de la creatividad de los jugadores albiazulamarillos.

Borja se quiso adueñar de la pelota y llevar el equipo adelante. Intentó de mil formas, se mandó al ataque, peleó con el cuchillo entre los dientes, y hasta estuvo a punto de sufrir alguna lesión. Arriba no tenía respuestas.

En el segundo tiempo, Simbada salió más sereno. Se hizo de la pelota y comenzó a tocar más hacia a los costados y atrás. Con el resultado casi inalcanzable solo le quedaba disfrutar y procurar hacer algún gol para sentirse al menos conforme con el domingo que prometía buen fútbol por la tarde, superclásico mediante.

Casi como en un prólogo de lo que por la tarde sería la levantada de Boca, que le empató a River sobre el final, Simbada también se recuperó pero no le alcanzó para la hazaña. El artíficie de ese repunte fue Borja. Pero también respaldado y apuntalado por un juego ahora sí más sereno y creativo de sus volantes, y defensores. Mejoraron mucho Maseta, Bebe, Pepo, Negro, Mariano y Beto, en tanto que Rorro aportó un pulmón adicional con su constante pivoteo por derecha e izquierda, en una posición que no le es habitual, más adelantado.

En esa recuperación tuvo mucho que ver el cansancio de Pincharratas y –por qué no decirlo- cierto relajamiento. El exceso de confianza casi los hace pasar un susto. De un corner, Borja conectó el centro con zurda cruzado y le cambió el palo al arquero. La cosa se ponía 1-3 y había una luz de esperanza.

La premisa fue jugar tranquilos, divertirse, cambiar de frente, jugar para atrás, moverse unos y otros hasta buscar los espacios y tocar de primera. Y de ese modo llegar tocando al arco contrario. Gran acierto que, acompañado por el distintivo de su temple y su garra, se tendrá que repetir en los dos partidos que quedan. Asi nació el golazo de Beto, que tras ser habilitado, definió en un mano a mano solo y por debajo del arquero, con toque sutil y perfecto.

Por la factura de los goles, hay que decirlo, Simbada debió ganar el partido. Fueron sin duda más lindos que los tantos de su rival. De algo hay que agarrarse. Pero goles son amores. Algo que nunca se dijo en el fútbol. Y no buenas razones.

El 2 a 3 no alcanzó para sumar en la tabla, pero sí para dejar una mejor imagen y, por cierto, un mejor humor entre los jugadores de Simbada. Vendrán tiempos mejores. No cabe duda de ello. Se notaron algunas ausencias que seguramente no se repetirán. El equipo las necesita. Se viene el match contra Más Música, un rival reforzado, pero que es accesible.

Simbada tiene que reponerse y dejar el torneo con una mejor imagen. Tiene grandes jugadores. El problema es que son demasiado grandes. Debe sacarse las presiones de encima. Pero esa experiencia jugará a favor en los momentos clave. Si el equipo funciona con el toque, la calidad y la movilidad de los últimos 30 minutos, hay razones para la esperanza. Simbada está intacto.

lunes, 22 de octubre de 2012

Con garra y orden, el bordó mostró otra imagen


SIMBADA 1 V. VERTIGO 1

Tití 9
Bebe 8
Borja 8
Juanpi 9
Nacho 7
Negro 9
Oso 7
Mariano 7

No hubo recambios ni fotógrafos (por eso no hay imágenes del partido)
Primer tiempo: 6 minutos gol del Negro (Simbada)
Segundo tiempo: 37 minutos gol de Pinco (Vértigo)

SIMBADA SE QUEDÓ CON UN EMPATE
PERO DEJÓ ABIERTA LA ESPERANZA

Por Armando Paredes

El equipo reencontró el camino. El empate agónico sobre el final del partido, en un cabezazo salvador de Pinco, el buen cinco de Vértigo, no borró todo positivo que hizo Simbada durante 78 minutos. Aún cuando en los últimos 20 minutos se quedó sin piernas por falta de recambios. El conjunto bordó hizo un culto del orden, la disciplina y la marca desde el comienzo. La movilidad de sus mediocampistas y la presión de sus delanteros fueron el arma para el desequilibrio.

Simbada. Arriba Nacho, Oso, Borja y Negro. 
Abajo. Juanpi, Mariano, Bebe y Titi

Simbada hizo un primer tiempo sencillamente espectacular. Se soltó, jugó al fútbol y por momentos brilló. Hubo toques, escalonamientos, relevos. Impecable. Se vieron momentos de excelente manejo, de circulación fluida de la pelota entre todas sus líneas. Apenas comenzó el partido Vértigo dio muestras de que sería difícil, pero Simbada le cortó los circuitos del juego.
Negro, capitán, un volante con entrega y manejo en el mediocampo

En el centro del campo, el Negro, tonificado por los el aliento etílico que arrastraba de su cumpleaños la noche anterior, corrió como nunca, marcó en todas las pelotas y anticipó los pases de los contrarios, con lo cual generó peligrosos contraataques. Contó con la valiosísima dinámica de Nacho y Oso, que se transformaron en movedizos volantes que subían y bajaban, marcaban, se mostraban siempre como descarta de todos los pases.


Bebe, una garantía en la punta derecha

Además, el Bebe por la derecha y Juanpi por la izquierda se proyectaron con buen criterio y especialmente éste último tuvo un arranque conmovedor, anticipando el juego contrario y pasando al ataque. Su punta resultó directamente infranqueable durante casi todo el match.
                    Juanpi, por todo el andarivel izquierdo
Apenas comenzó el partido, la presión de los delanteros, Oso, Nacho, Negro y Mariano dio sus buenos frutos. En una salida desesperada de la defensa vertiguense, Mariano acertó en la marca y tapó un mal pase del zaguero contrario, dejando la pelota para la entrada de Negro, que con un remate seco y certero batió al parlanchín arquero de Vértigo (que estuvo muy quejoso por supuestas faltas de Mariano que el referí no vio). Los defensores del equipo violeta y negro entraron en la desesperación y comenzaron a protestar faltas.



Se quejaban de presuntos manotazos de Mariano (que no se vieron, pero que los hay los hay) para defenderse de la férrea marca, y algún otro pechazo, que terminó con algún revolcón adversario. Lo necesario. Es cierto que el delantero jugó al límite pero en su brusquedad no hubo mala intención. Aunque tampoco buena…
Se notó una actitud de mayor confianza en Mariano, que pidió más la pelota aunque no siempre la jugó bien. Combinó interesantes contactos armando paredes (en homenaje al autor de esta nota) con el Oso, Negro y Nacho. También recibió varias patadas que lo dejaron agotado.


Oso, un volante con llegada y excelente generador de peligro



Mariano, delantero, con olfato de gol, arrastra marcas
El partido fue duro, por momentos áspero. Todo Simbada puso una garra que levantó a la tribuna. Vértigo no encontró los caminos para vencer el orden simbadense de la primera etapa. Además, se encontró con la muralla de Borja, siempre seguro y totalmente recuperado de su lesión del domingo anterior. El tractor Borja también aportó subidas y empujó al equipo con una fuerza inigualable con ese tranco de rodilla levantada. Hasta se permitió lujos como un taco que dio a Mariano entre dos contrarios y que este devolvió en pared a un toque.

Simbada pudo aumentar en sendos centros a la carrera bien pateados de Bebe y Juanpi, como también en una buena habilitación de Negro afuera del área, que Mariano no remató por estar lejos del arco y querer encarar al defensor.
Nacho, carrilero, volante ofensivo y delantero. Buen pie y gol
Tití tuvo poco trabajo en el primer tiempo, pero siempre resolvió bien. En cambio, debió aparecer en toda su magnitud en el segundo. El Uno tapó al menos media docena de pelotas con destino de gol que hubieran cambiado antes la historia. Se lo notó concentrado y con excelentes reflejos. Hay arquero.
Titi, el Uno, el que ataja el viento

Si bien Simbada tuvo la iniciativa en el primer tiempo, en el complemento mató el partido. Vértigo esbozaba un buen juego en el medio. Los bordos tenían, empero, todo controlado, sin hacer grandes cosas. La movilidad de los mediocampistas y delanteros se fue diluyendo con el correr de los minutos. En ello pagó caro la falta de recambio. Cualquiera de los ausentes le hubiera dado un valor agregado al equipo que hubiera asegurado el triunfo.


Borja, desde el fondo empuja al equipo. Clave en defensa y con gol

Sin embargo, hubo buenas combinaciones entre Nacho, Oso, Negro y Mariano, que siempre tocó de primera hacia los costados. Pero el juego se fue haciendo ríspido y el Bebe entró en un duelo verbal con el 9 de Vértigo, que estaba alterado por demás. Entre peleas vanas y protestas al árbitro, el delantero vertiguense recibió doble amarilla y roja cuando faltaban diez minutos para el final. Sin embargo, Vértigo había pisado el acelerador y metió a Simbada en su arco durante los últimos 20 minutos, en parte por el agotamiento de piernas.

Tras una sucesión de corners, de los que Simbada no pudo salir, la gran figura de Vértigo, Pinco, conectó sobre el final un cabezazo perdido, fuerte y abajo que venció a Titi que nada podía hacer.

Antes y después del gol del empate, hubo electrizantes subidas de Borja, centros de Bebe, un remate desviado de Negro, tiros desde afuera de Nacho y una pared larga en contraataque entre Oso y Mariano, que éste forzado y muy esquinado llegó a rematar, pero fue conjurado por el arquero. 

Sobre el final Simbada cargó contra Vértigo a puro amor propio, pero el tiempo ya no alcanzó. El empate fue justo. Hubo sí un triunfo del bordó: haber recuperado el orden, la concentración, la soltura y la garra. Buenas herramientas para esperar con esperanza a Pincha Ratas. ¡Vamos todavía!


Apostillas

No hubo casi comentarios después del partido. Todos huyeron a la lancha porque todos debían llegar a tiempo para celebrar el Día de la Madre con la patrona y con sus respectivas madres. Por eso, no hubo declaraciones, pero el conformismo era generalizado en Simbada. El comentario fue que el Negro se hizo a sí mismo el mejor regalo de cumpleaños: un golazo desde afuera del área y casi al ángulo. “Te dás cuenta hago un gol y no hay fotógrafo para registrarlo”, dijo el Negro.

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Hace unos meses, el Bebe aconsejó a Mariano correr más para afirmarse más en el campo de juego. Sus recomendaciones fueron escuchadas. Por eso, el marcador de punta le dijo a Mariano que el entrenamiento había dado resultados y que ahora debía trabajar más en reacción y pique. Mariano está fortaleciendo piernas en el banco de piernas del gimnasio para superar los viejos desgarros. Pero quedó convencido de que los consejos del Bebe merecen ser escuchados. Y así lo hará.

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El Día de la Madre significó para algunos jugadores un desafío mayor. Especialmente para aquellos que tienen despertares tempraneros de mucho contacto con sus respectivas esposas. Hubo quienes debieron celebrar ese día en duras pruebas eróticas que pudieron haber restado algo de reacción a los músculos. No se dirán los nombres por una cuestión de pudor, pero un caso, al menos, hubo seguro. También hay que decir que casi no se notó en la cancha. O sí… para bien. Puede ser un camino a seguir más seguido.

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Juanpi tuvo una actuación espectacular. Y hasta probó con buenos centros que llevaron peligro al arco contrario. Se mostró totalmente recuperado de su lesión y con muy buen fútbol. Excelente noticia. Cuando Mariano felicitó al Bebe por un centro bien tirado, Juanpi, preso de un ataque de celos, le preguntó en pleno campo de juego: “¿Y el mío?”. Mariano contestó que también lo valoraba. Y entonces Juanpi volvió a la carga: “No te lo digo a vos. Se lo digo a Armando Paredes”. Lo cual no hace más que confirmar que los jugadores están pendientes de lo que se escribe en estas líneas, bajo responsabilidad de este humilde cronista.

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El referí tuvo una correcta actuación. Es cierto que algunas faltas a favor de Vértigo las cobró al revés –bienvenido sea- pero la reacción de los jugadores violetas y negros fue desmedida y lo trataron verdaderamente mal al hombre de negro, que no merecía tal desprecio. Hay que tener en cuenta que los árbitros lucen como jóvenes muy dispuestos que pierden un domingo a la mañana para darnos un gran servicio, seguramente por un ingreso módico para sus familias. Son laburantes que no están ahí para que los maltratemos. Por eso, estuvo muy bien expulsado el número 9 de Vértigo, que fue muy duro con el juez. En eso Simbada siempre fue muy correcto. Sigamos así. Felicitaciones muchachos!

martes, 16 de octubre de 2012

Una derrota que obliga a recuperar la calma

SIMBADA 1 V. FALACIA 2

Titi 8
Maseta 6
Borja 6
Bebe 6
Beto 7
Negro 6
Oso 6
Mariano 6
Horacio 4
Rorro 6
Juanpi 6
Tanque 6

Primer tiempo: 12 minutos, gol del 8 de Falacia. 32 minutos, gol de Beto (Simbada)
Segundo tiempo: 11 minutos, gol de Falacia

¡Miren qué equipazo! Cuando todo era optimismo. Luego el partido dejó caras largas

SIMBADA PERDIO EL PARTIDO, PERO
ADEMÁS LA COMPOSTURA Y EL DECORO

Por Armando Paredes

Lo más grave no fue perder un partido. Ni siquiera perder el orden del mediocampo, perder la brújula para encontrar los caminos hacia el arco contrario, o perder a Borja tan temprano, que además de defender siempre empuja a Simbada. Lo más lamentable de la derrota del equipo bordó fue perder la compostura, el decoro, el buen clima de amistad, que siempre reina en el equipo. Se dijeron cosas que no se piensan en frío, que salen de la bronca y la impotencia.
El único que se salvó de la debacle fue Tití. Si no fuera por el cada vez más ágil arquero, que tapó varias jugadas de gol, la derrota hubiera sido más abultada.
Juanpi, por su punta, marcó y se proyectó al ataque

De todos modos, Simbada comenzó como un claro dominador del partido. Comenzó controlando el medio campo, robando las pelotas y haciendo jugar, pero sus volantes no pasaron al ataque. Oso, Negro y Beto insinuaban pero no lastimaban. Mariano pendulaba sobre la salida de los rojiblancos y la presión comenzaba a dar sus frutos, con la asistencia de todos los volantes.
Sin embargo, poco a poco, dos jugadores de Falacia comenzaron a meter en problemas a la defensa. Eran los números 2 y 3, que en pocos minutos articularon combinaciones que pusieron en alerta a toda la retaguardia simbadense hasta que el primero de ellos venció a Tití con un inesperado tiro cruzado.
El resultado era una sorpresa. No era para desesperarse. Justo en ese momento, Borja recibió un golpe con dos piernas contrarias en una salida desafortunada, que lo obligó a dejar la dejar la cancha. La torcedura de rodilla derecha será revisada desde hoy. Todos esperan que sea leve.
Maseta luchó todo el partido. Su actuación fue irreprochable

Por eso, Maseta pasó de zaguero central y Rorro ingresó por Borja. La actuación de Maseta fue irreprochable. Tanto cuando jugó en la punta derecha como cuando debió reemplazar al mejor hombre de Simbada. Hasta pudo disimular su falta de cabezazo, utilizando elegantemente el pecho. Sin embargo, el timing en los cruces y las salidas de Borja, una herramienta fundamental del equipo, se extrañaron con el correr de los minutos.
El ingreso de Horacio aportó dinamismo al medio campo. Tuvo un buen comienzo y pareció que encontraba los caminos cuando se asociaba con Beto y con el Oso para construir la levantada. Beto clavó un golazo de derecha a izquierda, con un derechazo inesperado; luego Oso habilitó al Beto con un pase en cortada que lo dejó mano a mano, pero su buena definición salió apenas desviada.
Beto, fuera de foco, acaba de convertir el empate de Simbada

Horacio tuvo varias oportunidades desde afuera del área y en el último minuto de la parte inicial, Rorro también pudo poner en ventaja a Simbada con un mano a mano que fue tapado por el arquero.
El segundo tiempo era propicio para los bordos. Sin embargo, el equipo entró disperso, desacomodado en algunas líneas y Falacia encontró los espacios por la derecha, con una buena combinación del 3, que terminó habilitando al centro para otro delantero que convirtió solo.

Beto, en uno de sus arranques ordenó el ataque de Simbada

A partir de allí, comenzó la debacle. Ninguna pelota llegaba hasta los pies de Tanque, entonces punta, el buen juego de Beto encontraba los límites del cansancio y Horacio se revolcaba más por el piso de lo que se ocupó de poner la pelota contra su suela. En general, el partido no era bien jugado por ninguno de los equipos. El juego brusco escaló, de ambos lados, y el árbitro, tal vez demasiado riguroso, abusó de las tarjetas amarillas.
Es cierto que, tal vez, la inclusión de Horacio fue tardía. Ingresó tras los primeros 20 minutos. Pero tras un comienzo fulgurante se fue diluyendo en su nerviosismo, sus destemplados arranques verbales hacia sus propios compañeros y hacia sus adversarios.
La desventaja se podía revertir. Pero Horacio, por quien debe pasar el juego de Simbada, perdió la serenidad. Terminó el partido con una amenaza “de pegarle” a un contrario, que fue contestado por los defensores del equipo vencedor y a poco la situación estuvo de desmadrarse.

Rorro, mano a mano también pudo poner en ventaja a Simbada. Tapó el arquero

También desaprobó con gestos visibles y desdeñosos algunos cambios que dispuso el Negro, de buen partido y inacabable voluntad, y transmitió desesperación a sus compañeros, que terminaron así de caer en el desorden general. En sus días normales, suele contagiar buen fútbol con su juego, su buen pie, su visión de la cancha y su arranque electrizante. Es el jugador clave y por ello le cabe la responsabilidad mayor: se dejó llevar por su temperamento explosivo o por una no confesada mala noche de sexo.
“¡Vamos que no tienen huevos!”, los recriminó a grito pelado y sorprendiendo a propios y extraños. Se enfureció por pelotas divididas que no ganó su equipo, aunque él mismo perdió más pelotas que lo habitual por su propio descontrol anímico y por no pasársela a compañeros mejor ubicados. “¿Para qué la voy a pasar si no me devuelven ninguna?”, dijo luego del partido.
Mariano robó la pelota al defensor y cedió al Oso. El empate estuvo cerca

No obstante, Simbada intentó hasta el final y puso contra su arco a Falacia. Mariano, que corrió a los defensores y hasta aplicó el rigor, robó dos pelotas que pudieron determinar el empate. En una anticipó una salida y se fue solo al gol, pero ante el cierre de un defensor, cedió para el Oso, que también fue tapado. En otra, corrió un balón q parecía perdido hasta la línea de fondo y echó el centro atrás a la carrera para que Horacio cediera a Tanque que por poco no convirtió.
En el fragor del final, Tanque debió irse por insultar a un contrario y ceder su lugar al Negro, que también ayudó a poner el equipo en ataque. El empate no se dio. Falto suerte. Falacia mostró una mejor imagen que el último torneo: tiene algunos refuerzos.


Oso dejó solo a Beto con el arquero. Definió desviado

Simbada tiene cuatro partidos por delante: Vértigo, Pincha Ratas, Más Música y Xeneizes. Contra todos puede ganar o perder. No es más ni menos que nadie. Tiene sus días buenos y sus días malos. Pero esta derrota obliga sólo a una cosa: recuperar la calma. No debe dejar nunca más que el nerviosismo y el descontrol le hagan perder la buena imagen, la compostura y el decoro.


APOSTILLAS
“Horacio, no pasaste las pelotas, tenés que jugarla más porque tenemos que divertirnos”, le dijeron al habilidoso mediocampista de Simbada al terminar el partido cuando los ánimos estaban caldeados tras la derrota en el vestuario de Simbada. Horacio contestó secamente: “No la paso porque nadie me devuelve una. Y yo me divierto si jugamos bien”. El aire se cortaba con cuchillo. Habrá que trabajar en la semana con el correo electrónico para calmar los ánimos.










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El Negro intentó llamar a la reflexión a todos los jugadores. “Hay que tener en cuenta que esto es Simbada. Somos esto, es lo que hay. Tenemos que venir a pasarla bien y saber que no estamos para estar primeros. Podemos jugar bien un partido y otros no tanto. Pero siempre divertirnos y saber que cada uno hace lo mejor que puede”. No obstante defendió el malestar de Horacio ante la salida de Beto porque “él sostenía que no lo tenía que sacar”. Borja comentó que siempre en estos casos es bueno leer la columna de Bebe en este mismo blog: “Somos un equipo de amigos”. Sobran las palabras.

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Fuera de la cancha se comentó que Maseta es el que más imparte órdenes en voz alta hacia sus compañeros. Es un segundo DT dentro de la cancha. En algunas de ellas, llegó a revelar aspectos reservados del equipo como cuando dice a sus compañeros que piquen hacia determinado sector para recibir solos. “Es el que mas habla y sólo se lo escucha es Maseta”, dijo un compañero que esperaba entrar en el primer tiempo fuera del campo. “Y hasta aviva a los contrarios”, aseguró. Por supuesto, todas fueron risas. El asunto no reviste gravedad.


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Apostilla Apócrifa (agregada por el editor)
En un momento del final del segundo tiempo al tanque se le ocurrió que podía jugar mejor en la defensa. La foto que ilustra esta apostilla es la reacción espontánea de la muchachada a semejante sinrazón. Evidentemente no podemos transcribir los apelativos emanados de gargantas embravecidas, entre otras cosas porque no sabríamos cómo escribirlas con corrección...