miércoles, 31 de octubre de 2012

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA














SIMBADA 2 V. PINCHARRATAS 3

Titi 5
Maseta 6
Borja 9
Bebe 7
Beto 7
Rorro 7
Oso 6
Mariano 6
Pepo 7
Negro 7

Primer tiempo
7, 14 y 35 minutos goles de Pincharratas

Segundo tiempo
27 minutos, gol de Borja (Simbada) y 34 gol de Beto (Simbada)

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU
TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA

Por Armando Paredes

El primer tiempo estuvo demás. Pese a un buen comienzo, Simbada se fue diluyendo dentro del buen toque y rotación de Pincharratas. Pese a la voluntad de los volantes y la solidez de la defensa el equipo albiazulamarillo se fue adueñando de la pelota en los primeros minutos, gracias a un buen despliegue de sus jóvenes y adultos mediocampistas. Los primeros minutos pudieron tener alguna situación de gol para los bordos. Pero nunca llegó con claridad.

Sus carrileros, Oso y Beto no ofrecieron el juego de rotación permanente para crear espacios para el juego asociado. Sin embargo, algunos movimientos interesantes podían dejar entrever lo que sería el gran final de Simbada, que no bastó para empatar el partido por la diferencia que el Pincha había sacado en la primera etapa.

El derrumbe de simbada comenzó con una jugada desgraciada. Un centro cruzado y bajo de izquierda a derecha tomó por sorpresa a Titi que no pudo contener la arremetida del voluminoso delantero barbado de los blancos, que se llevó por delante la pelota con su prominente vientre y la arrastró hacia la red. Era 0-1 y el desarrollo del partido no justificaba esa diferencia.

El Negro siempre mostró voluntad, Rorro fue creciendo jugando más adelantado que lo habitual y Bebe quería ganar todas las pelotas en su punta. Pese a la firmeza de Borja, que sacó todo lo que pudo de abajo y de arriba, Tití se encontró con una segunda desgracia. Un remate violentísimo dio contra su palo derecho y el rebote pegó esta vez en su espalda, marcando el segundo gol pincha.

El 0-2 parecía una gran cuesta hacia arriba que Simbada, con su esfuerzo no podía remontar. El desgaste físico de todo el equipo no se pone en duda, pero quizá falto la cuota que se vio otras veces: no hubo rotación, esa que crea espacios y obliga a jugar tocando en paredes. Los volantes y el punta, Mariano, aunque voluntariosos y concentrados, parecieron estáticos y esta vez estuvieron faltos de variantes e ideas: no generaron peligro arriba. Todo eran pelotazos y ataques frontales.

En ese marasmo de confusión y falta de ideas, Pincharratas hizo el tercer gol, en una buena maniobra de uno de sus delanteros que fue mérito, esta vez sí, de la creatividad de los jugadores albiazulamarillos.

Borja se quiso adueñar de la pelota y llevar el equipo adelante. Intentó de mil formas, se mandó al ataque, peleó con el cuchillo entre los dientes, y hasta estuvo a punto de sufrir alguna lesión. Arriba no tenía respuestas.

En el segundo tiempo, Simbada salió más sereno. Se hizo de la pelota y comenzó a tocar más hacia a los costados y atrás. Con el resultado casi inalcanzable solo le quedaba disfrutar y procurar hacer algún gol para sentirse al menos conforme con el domingo que prometía buen fútbol por la tarde, superclásico mediante.

Casi como en un prólogo de lo que por la tarde sería la levantada de Boca, que le empató a River sobre el final, Simbada también se recuperó pero no le alcanzó para la hazaña. El artíficie de ese repunte fue Borja. Pero también respaldado y apuntalado por un juego ahora sí más sereno y creativo de sus volantes, y defensores. Mejoraron mucho Maseta, Bebe, Pepo, Negro, Mariano y Beto, en tanto que Rorro aportó un pulmón adicional con su constante pivoteo por derecha e izquierda, en una posición que no le es habitual, más adelantado.

En esa recuperación tuvo mucho que ver el cansancio de Pincharratas y –por qué no decirlo- cierto relajamiento. El exceso de confianza casi los hace pasar un susto. De un corner, Borja conectó el centro con zurda cruzado y le cambió el palo al arquero. La cosa se ponía 1-3 y había una luz de esperanza.

La premisa fue jugar tranquilos, divertirse, cambiar de frente, jugar para atrás, moverse unos y otros hasta buscar los espacios y tocar de primera. Y de ese modo llegar tocando al arco contrario. Gran acierto que, acompañado por el distintivo de su temple y su garra, se tendrá que repetir en los dos partidos que quedan. Asi nació el golazo de Beto, que tras ser habilitado, definió en un mano a mano solo y por debajo del arquero, con toque sutil y perfecto.

Por la factura de los goles, hay que decirlo, Simbada debió ganar el partido. Fueron sin duda más lindos que los tantos de su rival. De algo hay que agarrarse. Pero goles son amores. Algo que nunca se dijo en el fútbol. Y no buenas razones.

El 2 a 3 no alcanzó para sumar en la tabla, pero sí para dejar una mejor imagen y, por cierto, un mejor humor entre los jugadores de Simbada. Vendrán tiempos mejores. No cabe duda de ello. Se notaron algunas ausencias que seguramente no se repetirán. El equipo las necesita. Se viene el match contra Más Música, un rival reforzado, pero que es accesible.

Simbada tiene que reponerse y dejar el torneo con una mejor imagen. Tiene grandes jugadores. El problema es que son demasiado grandes. Debe sacarse las presiones de encima. Pero esa experiencia jugará a favor en los momentos clave. Si el equipo funciona con el toque, la calidad y la movilidad de los últimos 30 minutos, hay razones para la esperanza. Simbada está intacto.

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