martes, 13 de noviembre de 2012

Despedimos la temporada con otra derrota y muchas conclusiones


SIMBADA 3 V. XENEIZES 6

Titi 6
Maseta 6,75
Borja 7
Pepo 6
Horacio 8
Negro 5
Oso 5
Beto 6
Mariano 2,75
Juanpi 6
Nacho 5

Primer tiempo: 7 minutos, gol de Beto (S); 20 y 22 minutos, goles de Xeneizes
Segundo tiempo: 6, 13 y 25 minutos, goles de Xeneizes; 27 minutos, gol de Borja (S); 37, gol de Horacio (S) y 39, gol de Xeneizes

SIMBADA ARRANCÓ MEJOR, PERO TERMINÓ MUCHO PEOR
Por Armando Paredes

El primer objetivo de la temporada quedó cumplido. Simbada se había propuesto ser un equipo regular y fue uno de los más regulares del torneo Clásicos del Club Náutico de San Isidro. Así lo demuestran los números. Perdió 5 partidos, empató 2 y ganó sólo uno. Se mantuvo una línea y se la respetó. Al comenzar la competencia, el grupo se reunió en la casa de Tití y alguien se impuso el objetivo de mantener el nivel y procurar sólo 5 victorias.
Simbada. Maseta, Borja, Negro, Oso, Pepo, Horacio. Abajo. Juanpi, Nacho, Mariano, Tití y Beto

Parte de esa meta se cumplió. Fueron cinco. Pero derrotas. No se puede negar que Simbada mantuvo siembre una conducta, una filosofía, una mística de juego, un rumbo: sinuoso a veces, torcido otras y descendente las más. Pero nunca se aparató de ese libreto. La partitura ejecutada casi a la perfección.
Contó con jugadores que siempre exigieron más. Es el caso de Maseta que terminó el torneo convencido de que merecía más que un 6 y así se lo hizo saber a este humilde cronista. Es valorable: no es bueno el conformismo.
Panorámica del estadio, algunos claros en las tribunas. Pero un clima conmovedor

Por otra parte, no siempre Simbada tiene la suerte de definir un campeonato. Esta vez pudo hacerlo: terminó aplaudiendo a su rival, Xeneizes, mientras daba la vuelta olímpica levantando el trofeo de “campeón” luego de sufrir una categórica goleada por 6 a 3. Fue un actor clave así en el final del torneo.

Pero el resultado fue mentiroso. Xeneizes sólo supo aprovechar sus seis mejores momentos del partido. Nada más que eso. Porque otros seis momentos mejores fueron ahogados en las manos de Tití, atento y seguro, más allá de la engañosa goleada. Una seguidilla de goles que resultó una engañapichanga.

Por lo demás, los tantos del equipo que viste la camiseta de Banfield no fueron tan meritorios como lo indica el abultado score. Xeneizes necesita entrar al arco con pelota y todo, hace demasiados toques antes de llegar al gol, no define antes y no patea apenas ve la oportunidad. En cambio, llega con la pelota hasta la misma línea de meta y desde allí se convierte casi en un juego de niños, sin gracia, fulminar al arquero. Así no tiene gracia. No vale chumbear.
Nacho estuvo intratable. Tiró de media distancia todo el partido. Sin suerte

Xeneizes hace correr la pelota más que a los jugadores. Eso revela poco estado físico más allá de la increíble rotación y velocidad que le dan a su juego en el medio campo. Pero no hay caso: la pelota circula más rápido. Simbada es la contracara. Largos pelotazos, que terminan en los pies contrarios, pero que al mismo tiempo obligan a feroces corridas que nos preparan para el próximo match.

Por todo ello, Simbada mereció mucho más: estuvo cerca de la hazaña, si se tienen en cuenta los primeros 20 minutos, en donde fue un claro dominador del partido, pudo armar buen juego y fue contundente. El Negro, Horacio, Oso y Beto anticiparon el juego xeneize y aprovecharon cada espacio, cada milímetro, para jugar. Hubo circulación de pelota, Horacio tomó la manija y generó ataques de mucho peligro. Por uno de ellos, se produjo el primer gol de Simbada. Un remate suyo fue rechazado por el arquero, Maseta tomó el rebote y con media gambeta habilitó a Beto, que siempre está, y solo frente al arco fusiló al golero xeneize.
Beto remata de derecha. Golazo. Simbada comenzó soñando con la hazaña

Mantuvo Simbada su dominio durante veinte minutos más. Fue entonces cuando el xeneize, conducido por el Gato, número 7, comenzó a encontrar los espacios. Sus toques se hicieron más fluidos, las combinaciones prosperaban en la cancha, y allí se abrieron las primeras grietas en una defensa que había mostrado firmeza. Borja comenzó a verse desbordado por el descontrol creciente del mediocampo simbadense. Las piernas de los volantes bordos se fueron desgastando y quedaron prematuramente estáticos.

La defensa no desentonaba, de todas maneras. Maseta arañó el 7 –esta vez no habrá hackers ni Anónymous que lo salven, se hicieron ajustes en el blog- y se quedó en un 6,75, que fue meritorio por el rival que enfrentó. Pepo reemplazó con corrección a Rorro, ausente con aviso, pero quedó la sensación de que hubiera sido más eficiente más lanzado al ataque.

Horacio se debió desdoblar. Corrió como pocas veces, se echó a los pies de los rivales, mostró gran temperamento y se puso el equipo al hombro. Pero no alcanzó. Beto, que es un jugador elegante, de galera y bastón, fue su complemento ideal, hasta que las piernas lo permitieron.
Horacio desbordó y enfrenta la marca del marcador de punta xeneize

Dos avances seguidos de Xeneizes terminaron con las esperanzas bordos. Casi calcadas, las jugadas terminaron en la red de Tití casi sin que éste –ni sus compañeros- pudiera advertirlo. ¿Que pasó? Simple: apareció Xeneizes.

El segundo tiempo confirmó –y acentuó- la sensación que dejó el primero. Entre Francis, Gato y otros laderos xeneizes comenzaron a circular el esférico con gran velocidad y el desánimo de los bordós se profundizó. El refuerzo de Nacho –que ingresó al promediar el primer tiempo- no bastaba para oxigenar el mediocampo. Simbada comenzó a deambular sin ideas, plagado de imprecisiones, y no pudo contener a un adversario que llegaba al arco con pelota dominada y descargó en forma repetitiva y sistemática tres golazos ante un Tití sin chances y vencido por la apabullante habilidad de los contrarios.
Horacio, tapado, remató y el arquero dio rebote. Maseta continuó la jugada y Beto definió

El 5 a 1 parecía irreversible. Pero el partido daría oportunidades. Horacio, Oso, Nacho probaron de media distancia. Borja se cargó el equipo al hombro. Pero Mariano tuvo, a todas luces, su peor partido desde que llegó a Simbada (diríase que desde que llegó a este mundo) y no funcionó. Fantasmagórico, irresoluto, impreciso y a destiempo. Definitivamente peleado con la pelota.
Pareció quedar preso de sus propios nervios –las famosas pulsaciones del partido-, y estos profundizaron sus limitaciones técnicas, que no son pocas. Sólo dos aciertos en medio de un mar de lagunas. Hizo de cortina para el cabezazo de Borja, que marcó el 2-5. Y terminó de asegurar sobre la línea el golazo de Horacio, tras una conmovedora apilada de éste y un remate rechazado a medias por el arquero que entraba lentamente al arco.

Poco, muy poco, apenas para agregar 75 centésimos a la calificación de 2 que acompaña a esta crónica y así dejarla en un justo 2,75. Y a llorar a la piecita.
Siempre bien ubicado, Mariano no pudo resolver un rebote cantado del arquero tras un remate de Borja (era gol, pero la pelota nunca bajaba y le quedó para la zurda) y tampoco pudo dominar la envenenada pelota en un pase al vacío en el que el mismo Borja lo dejaba cara a cara con el área contraria.
Beto dibujó gambetas y volvió locos a sus rivales en el primer tiempo

De todos modos, el 3 a 5 insufló una inyección de ánimo en Simbada. Faltaban dos minutos y alguien se imaginó la hazaña. El 5 a 5 era posible. Pero inyección duró poco y apenas fue un pinchazo de enfermero. En un contragolpe, Xeneizes aplicó una combinación letal que dejó el partido en un 6 a 3 definitivo.

Más allá de las conclusiones expresadas más arriba, las positivas y las negativas, hay que rescatar que Simbada quedó en un digno tercer puesto (aunque empezando desde debajo de la tabla) y ello abre grandes esperanzas hacia el futuro: sólo queda de aquí en más mejorar. El equipo arrancará desde un piso lo suficientemente bajo a partir del cual cualquier mejora significará una evolución para celebrar. El objetivo es claro: ir de menor a mayor.

La temporada que pasó fue de asentamiento. No se notaron por ahora los resultados. No era la idea. Pero seguramente el año próximo comenzará a rendir sus frutos el trabajo invisible que se hizo en este torneo. ¿Qué se podrá ver entonces? ¿Mística? ¿Garra? ¿Fútbol? Se ignora todavía, es demasiado invisible para determinarlo.

APOSTILLAS
El Negro perdió como capitán su octavo sorteo en el torneo. Terminado el certamen, el mandamás de Simbada no pudo ganar nunca un sorteo antes de los partidos. En el equipo comenzaron a sospechar que los referís traen monedas cargadas que siempre terminan diciendo lo contrario del señor Pagani. La fortuna, evidentemente, no acompañó a Simbada en este Clásicos. Maseta puso de relieve este detalle antes de que comenzara el partido, por lo cual la platea femenina se vio atraída por quien, a fuerza de ser desafortunado en el juego, no lo debe ser en el amor.

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El Titi comenzó a entregar las invitaciones para el asadete que organizará el viernes próximo para celebrar el final de la temporada. El motivo del festejo será que Simbada se asegurará que no habrá más derrotas hasta el año próximo. Como sea, Tití prometió muy buenas tiras, carnes, achuras y demás elementos contundentes de parrilla. En principio la convocatoria es sin las mujeres para evitar dar explicaciones por la temporada. Se entiende: muchas están engañadas de que están casadas con verdaderos ídolos y es mucho el riesgo de que se sepa la verdad.

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El Bebe faltó a la cita. Algunos infidentes del equipo aseguraron que el marcador de punta derecho no pudo superar un avanzado estado de ebriedad que le quedó del día anterior, cuando San Lorenzo había hacho 4 goles frente a All Boys. Otros indicaron en cambio que la ingesta había comenzado cuando Tigre le había ganado el jueves anterior a Cerro Porteño por 4 a 2 y así clasificó a la semifinal de la Copa Sudamericana. Cuervo y Tigre, sus dos pasiones, justificaron el faltazo.

Ooo
Tanque no pudo asistir al partido. Mandó a decir que no había llegado a tiempo de su recorrida por la Noche de los Museos, del sábado anterior. Al menos eso informó su familia. Dicen que Tanque regresó a las 7 de la mañana a su casa, luego de haber pasado revista de algunas reliquias de unos 45 años y en estado bastante calamitoso.

martes, 6 de noviembre de 2012

Tras un empate deslucido, esperamos al campeón


MÁS MUSICA 1 V. SIMBADA 1

El equipo

Tití 4
Maseta 7
Borja 6
Juanpi 5
Nacho 5
Negro 5
Horacio 5
Beto 5
Bebe 5
Oso 5
Mariano 4
Rorro 5
Tanque 5

Goles:
Primer tiempo: 26 minutos gol de Maseta. 40 min 3 seg. gol en contra de Tití (para Más Música)

SIMBADA Y MAS MUSICA SE
REPARTIERON LOS ERRORES
Por Armando Paredes

El partido con Más Música fue una sinfonía de errores. Los dos equipos se repartieron desaciertos durante los 80 minutos. Así fue como los dos goles que hubo –uno para cada escuadra- provinieron de desgraciadas jugadas de ambos arqueros. Se podría decir, casi, que fueron goles en contra. De todos modos, si tenía que haber un ganador, ese era Simbada.
Beto cabeceó desviado cuando por detrás aparecía Borja

El equipo bordó fue apenas superior en el primer tiempo. Por momentos tuvo pasajes de buen toque y dinámica. Sobresalió Maseta, que además de tener una correcta marcación de su punta, se transformó en una carta ofensiva, empujando al equipo hacia adelante y si era necesario a los gritos.

Nacho, el Negro y Horacio buscaron asociarse, pero más allá de algunos momentos de lindas combinaciones pocas veces llegaron al arco con peligro, más allá de sendos disparos de media distancia de Oreja y Negro. De todos modos, la intención se insinuaba interesante. Pero por momentos los volantes parecían quedar muy lejos entre sí y demasiado desconectados de Beto, que jugaba de punta.
Beto encaró al defensor de Más Musica. Esta vez no pudo

En ese contexto, la situación más clara que tuvo Simbada fue un disparo bombeado desde 45 metros de Maseta, que el arquero de Mas Música desvió con la punta de los dedos y la pelota pico en el travesaño. Las tribunas quedaron sin aliento y los comentarios de algunos miembros del equipo en el banco de suplentes, maledicentes, eran que Maseta había querido despejar. No fue así. Tiró al arco.
Primer aviso de Maseta. Disparo bombeado, el arquero y el travesaño la mandan al corner

El arquero le confesó al referí que la había tocado para que se cobrara el córner. Estaba aburrido de no participar y además quiso anotarse algún mérito en evitar el gol. Igualmente fue aplaudido.
Gol de Maseta. Con un paso de baile, el arquero la empujó a la red

De todos modos, fue el primer aviso. Tres minutos más tarde, Maseta, en un desborde por la izquierda –su punta era la derecha- quiso esta vez sí tirar un centro pero el disparo salió muy cerrado y algo llovido, lo cual complicó al arquero que en su intento de retenerla la metió dentro del arco. Igualmente, el gol se le anotó a Maseta porque el golero solo rozó el balón.

De lejos, Maseta descolló en ese primer tiempo. El otro jugador que empujó, como siempre fue Borja, pero esta vez sin la claridad y potencia de otras mañanas. Siempre fue muy firme en la marca, especialmente cuando se escalonaba con Maseta y con Juanpi. La seguridad en el fondo estuvo garantizada.

Así se iba el primer tiempo, con un triunfo cómodo de Simbada y sin mayores contratiempos ocasionados por Más Musica. Tití había tenido que intervenir, aunque sin mucha exigencia en algunos ataques musiqueros.

Pero lo peor de la jornada llegó a los 40 minutos y 3 segundos, ya en tiempo cumplido de la primera etapa. En la última patada de Más Música, Tití tuvo su jugada más amarga del campeonato. Un centro de derecha a izquierda de los musicales, sin muchas esperanzas, débil y sin destino, fue deslizándose despacio hacia los pies de Tití, que al poner mal las manos para retener el balón terminó empujándolo hacia el fondo de la red. Gol en contra. Era injusto, pero era empate.
Titi, el Uno, se sacó un Dos tras un gol casi en contra

Luego, es cierto, Tití evitó la caída del arco en dos oportunidades, tapando pelotas muy difíciles. Por ese motivo se salvó del 1 (uno) y se le admitió un 2 (dos).
Simbada había tenido más y mejor la pelota. El segundo tiempo fue para el olvido. Las ganas de Oso, corriendo y arrastrando, no alcanzaron. Oreja se fue diluyendo –aunque con mucho despliegue y tirándose a los pies de los contrarios, aportando en defensa y en ataque-, pero sin acertar el camino del peligro para el rival. Nacho, que entró mucho en juego, peleó y luchó contra marcas duras, fue perdiendo piernas por el extremo calor.
La gambeta mágica de Nacho esta vez no alcanzó

El Bebe y Rorro cumplieron muy bien sus libretos, fueron muy correctos en sus marcas, mientras que Mariano buscó pero nunca le llegó la oportunidad. Igualmente, siempre dio la sensación de que Simbada estaba más cerca del gol. Hubo desbordes peligrosos de Nacho y de Oso, pero nunca Simbada pudo terminar con el moño la jugada, ni ponerle el sello ganador al último pase.
Oso, una cuota de dinámica pero, pero el equipo lució desconectado

Quedó la imagen de un equipo demasiado incomunicado en la cancha, con pases largos, fácilmente anticipables, y con volantes que no se agrupaban entre sí para progresar juntos en el campo. Los bordos parecieron desconectados, muy lejanos unos de otros. Cada simbadense que tomaba el balón no registraba una descarga a mano para comenzar a herir al rival.

En los últimos partidos, a Simbada le faltó más toque y rotación, movilidad de los que no tienen la pelota para ofrecer un pase posible, una combinación, la que abre espacios y la que confunde al adversario. Ese juego salió muy bien con Dynamo Zagreb, pero Simbada nunca lo pudo repetir.
Horacio en uno de sus intentos. Se fue desviada

Así se diluyó el partido, en medio del incipiente calor del verano, y con algunos intentos de media distancia de Bebe, Rorro, Tanque y Oreja. Pero nada más.
Habrá una oportunidad perfecta para a mejorar y dejar el año con buena imagen. Se podrá salvar el orgullo contra Xeneizes, el equipo que ya es campeón con 21 puntos sobre 21 posibles, a cinco del segundo, faltando una fecha por jugarse. Los Xeneizes vendrán a jugar por el invicto; Simbada saldrá a la cancha por el honor. La historia demuestra que los bordós también son capaces de la hazaña.

APOSTILLA
Luego del partido, el rostro de Tití lo decía todo. “Quiero que Armando Paredes me ponga un 1 (uno). No me lo puedo perdonar. No sé con qué cara voy a mirar a mi suegro ahora. Soy el culpable. Pásenme una pistola”, declaró el Uno cuando se retiraba de los vestuarios. Muchos compañeros lo consolaban diciéndole que mucho peor había sido su partido contra Pincharratas. Uno de ellos era el Negro: “No importa Tití, contra Pincharratas te hiciste dos goles. Hoy solamente uno”. El Uno se quedó mucho más tranquilo. Igual le quedaría otro consuelo: del medio hacia adelante, Simbada fue un conjunto de fantasmas que no pudieron quebrar a Más Música. Igualmente prometió pagar el asado él solo… cuando lo haga.

OOO
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