miércoles, 31 de octubre de 2012

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA














SIMBADA 2 V. PINCHARRATAS 3

Titi 5
Maseta 6
Borja 9
Bebe 7
Beto 7
Rorro 7
Oso 6
Mariano 6
Pepo 7
Negro 7

Primer tiempo
7, 14 y 35 minutos goles de Pincharratas

Segundo tiempo
27 minutos, gol de Borja (Simbada) y 34 gol de Beto (Simbada)

SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU
TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA

Por Armando Paredes

El primer tiempo estuvo demás. Pese a un buen comienzo, Simbada se fue diluyendo dentro del buen toque y rotación de Pincharratas. Pese a la voluntad de los volantes y la solidez de la defensa el equipo albiazulamarillo se fue adueñando de la pelota en los primeros minutos, gracias a un buen despliegue de sus jóvenes y adultos mediocampistas. Los primeros minutos pudieron tener alguna situación de gol para los bordos. Pero nunca llegó con claridad.

Sus carrileros, Oso y Beto no ofrecieron el juego de rotación permanente para crear espacios para el juego asociado. Sin embargo, algunos movimientos interesantes podían dejar entrever lo que sería el gran final de Simbada, que no bastó para empatar el partido por la diferencia que el Pincha había sacado en la primera etapa.

El derrumbe de simbada comenzó con una jugada desgraciada. Un centro cruzado y bajo de izquierda a derecha tomó por sorpresa a Titi que no pudo contener la arremetida del voluminoso delantero barbado de los blancos, que se llevó por delante la pelota con su prominente vientre y la arrastró hacia la red. Era 0-1 y el desarrollo del partido no justificaba esa diferencia.

El Negro siempre mostró voluntad, Rorro fue creciendo jugando más adelantado que lo habitual y Bebe quería ganar todas las pelotas en su punta. Pese a la firmeza de Borja, que sacó todo lo que pudo de abajo y de arriba, Tití se encontró con una segunda desgracia. Un remate violentísimo dio contra su palo derecho y el rebote pegó esta vez en su espalda, marcando el segundo gol pincha.

El 0-2 parecía una gran cuesta hacia arriba que Simbada, con su esfuerzo no podía remontar. El desgaste físico de todo el equipo no se pone en duda, pero quizá falto la cuota que se vio otras veces: no hubo rotación, esa que crea espacios y obliga a jugar tocando en paredes. Los volantes y el punta, Mariano, aunque voluntariosos y concentrados, parecieron estáticos y esta vez estuvieron faltos de variantes e ideas: no generaron peligro arriba. Todo eran pelotazos y ataques frontales.

En ese marasmo de confusión y falta de ideas, Pincharratas hizo el tercer gol, en una buena maniobra de uno de sus delanteros que fue mérito, esta vez sí, de la creatividad de los jugadores albiazulamarillos.

Borja se quiso adueñar de la pelota y llevar el equipo adelante. Intentó de mil formas, se mandó al ataque, peleó con el cuchillo entre los dientes, y hasta estuvo a punto de sufrir alguna lesión. Arriba no tenía respuestas.

En el segundo tiempo, Simbada salió más sereno. Se hizo de la pelota y comenzó a tocar más hacia a los costados y atrás. Con el resultado casi inalcanzable solo le quedaba disfrutar y procurar hacer algún gol para sentirse al menos conforme con el domingo que prometía buen fútbol por la tarde, superclásico mediante.

Casi como en un prólogo de lo que por la tarde sería la levantada de Boca, que le empató a River sobre el final, Simbada también se recuperó pero no le alcanzó para la hazaña. El artíficie de ese repunte fue Borja. Pero también respaldado y apuntalado por un juego ahora sí más sereno y creativo de sus volantes, y defensores. Mejoraron mucho Maseta, Bebe, Pepo, Negro, Mariano y Beto, en tanto que Rorro aportó un pulmón adicional con su constante pivoteo por derecha e izquierda, en una posición que no le es habitual, más adelantado.

En esa recuperación tuvo mucho que ver el cansancio de Pincharratas y –por qué no decirlo- cierto relajamiento. El exceso de confianza casi los hace pasar un susto. De un corner, Borja conectó el centro con zurda cruzado y le cambió el palo al arquero. La cosa se ponía 1-3 y había una luz de esperanza.

La premisa fue jugar tranquilos, divertirse, cambiar de frente, jugar para atrás, moverse unos y otros hasta buscar los espacios y tocar de primera. Y de ese modo llegar tocando al arco contrario. Gran acierto que, acompañado por el distintivo de su temple y su garra, se tendrá que repetir en los dos partidos que quedan. Asi nació el golazo de Beto, que tras ser habilitado, definió en un mano a mano solo y por debajo del arquero, con toque sutil y perfecto.

Por la factura de los goles, hay que decirlo, Simbada debió ganar el partido. Fueron sin duda más lindos que los tantos de su rival. De algo hay que agarrarse. Pero goles son amores. Algo que nunca se dijo en el fútbol. Y no buenas razones.

El 2 a 3 no alcanzó para sumar en la tabla, pero sí para dejar una mejor imagen y, por cierto, un mejor humor entre los jugadores de Simbada. Vendrán tiempos mejores. No cabe duda de ello. Se notaron algunas ausencias que seguramente no se repetirán. El equipo las necesita. Se viene el match contra Más Música, un rival reforzado, pero que es accesible.

Simbada tiene que reponerse y dejar el torneo con una mejor imagen. Tiene grandes jugadores. El problema es que son demasiado grandes. Debe sacarse las presiones de encima. Pero esa experiencia jugará a favor en los momentos clave. Si el equipo funciona con el toque, la calidad y la movilidad de los últimos 30 minutos, hay razones para la esperanza. Simbada está intacto.

lunes, 22 de octubre de 2012

Con garra y orden, el bordó mostró otra imagen


SIMBADA 1 V. VERTIGO 1

Tití 9
Bebe 8
Borja 8
Juanpi 9
Nacho 7
Negro 9
Oso 7
Mariano 7

No hubo recambios ni fotógrafos (por eso no hay imágenes del partido)
Primer tiempo: 6 minutos gol del Negro (Simbada)
Segundo tiempo: 37 minutos gol de Pinco (Vértigo)

SIMBADA SE QUEDÓ CON UN EMPATE
PERO DEJÓ ABIERTA LA ESPERANZA

Por Armando Paredes

El equipo reencontró el camino. El empate agónico sobre el final del partido, en un cabezazo salvador de Pinco, el buen cinco de Vértigo, no borró todo positivo que hizo Simbada durante 78 minutos. Aún cuando en los últimos 20 minutos se quedó sin piernas por falta de recambios. El conjunto bordó hizo un culto del orden, la disciplina y la marca desde el comienzo. La movilidad de sus mediocampistas y la presión de sus delanteros fueron el arma para el desequilibrio.

Simbada. Arriba Nacho, Oso, Borja y Negro. 
Abajo. Juanpi, Mariano, Bebe y Titi

Simbada hizo un primer tiempo sencillamente espectacular. Se soltó, jugó al fútbol y por momentos brilló. Hubo toques, escalonamientos, relevos. Impecable. Se vieron momentos de excelente manejo, de circulación fluida de la pelota entre todas sus líneas. Apenas comenzó el partido Vértigo dio muestras de que sería difícil, pero Simbada le cortó los circuitos del juego.
Negro, capitán, un volante con entrega y manejo en el mediocampo

En el centro del campo, el Negro, tonificado por los el aliento etílico que arrastraba de su cumpleaños la noche anterior, corrió como nunca, marcó en todas las pelotas y anticipó los pases de los contrarios, con lo cual generó peligrosos contraataques. Contó con la valiosísima dinámica de Nacho y Oso, que se transformaron en movedizos volantes que subían y bajaban, marcaban, se mostraban siempre como descarta de todos los pases.


Bebe, una garantía en la punta derecha

Además, el Bebe por la derecha y Juanpi por la izquierda se proyectaron con buen criterio y especialmente éste último tuvo un arranque conmovedor, anticipando el juego contrario y pasando al ataque. Su punta resultó directamente infranqueable durante casi todo el match.
                    Juanpi, por todo el andarivel izquierdo
Apenas comenzó el partido, la presión de los delanteros, Oso, Nacho, Negro y Mariano dio sus buenos frutos. En una salida desesperada de la defensa vertiguense, Mariano acertó en la marca y tapó un mal pase del zaguero contrario, dejando la pelota para la entrada de Negro, que con un remate seco y certero batió al parlanchín arquero de Vértigo (que estuvo muy quejoso por supuestas faltas de Mariano que el referí no vio). Los defensores del equipo violeta y negro entraron en la desesperación y comenzaron a protestar faltas.



Se quejaban de presuntos manotazos de Mariano (que no se vieron, pero que los hay los hay) para defenderse de la férrea marca, y algún otro pechazo, que terminó con algún revolcón adversario. Lo necesario. Es cierto que el delantero jugó al límite pero en su brusquedad no hubo mala intención. Aunque tampoco buena…
Se notó una actitud de mayor confianza en Mariano, que pidió más la pelota aunque no siempre la jugó bien. Combinó interesantes contactos armando paredes (en homenaje al autor de esta nota) con el Oso, Negro y Nacho. También recibió varias patadas que lo dejaron agotado.


Oso, un volante con llegada y excelente generador de peligro



Mariano, delantero, con olfato de gol, arrastra marcas
El partido fue duro, por momentos áspero. Todo Simbada puso una garra que levantó a la tribuna. Vértigo no encontró los caminos para vencer el orden simbadense de la primera etapa. Además, se encontró con la muralla de Borja, siempre seguro y totalmente recuperado de su lesión del domingo anterior. El tractor Borja también aportó subidas y empujó al equipo con una fuerza inigualable con ese tranco de rodilla levantada. Hasta se permitió lujos como un taco que dio a Mariano entre dos contrarios y que este devolvió en pared a un toque.

Simbada pudo aumentar en sendos centros a la carrera bien pateados de Bebe y Juanpi, como también en una buena habilitación de Negro afuera del área, que Mariano no remató por estar lejos del arco y querer encarar al defensor.
Nacho, carrilero, volante ofensivo y delantero. Buen pie y gol
Tití tuvo poco trabajo en el primer tiempo, pero siempre resolvió bien. En cambio, debió aparecer en toda su magnitud en el segundo. El Uno tapó al menos media docena de pelotas con destino de gol que hubieran cambiado antes la historia. Se lo notó concentrado y con excelentes reflejos. Hay arquero.
Titi, el Uno, el que ataja el viento

Si bien Simbada tuvo la iniciativa en el primer tiempo, en el complemento mató el partido. Vértigo esbozaba un buen juego en el medio. Los bordos tenían, empero, todo controlado, sin hacer grandes cosas. La movilidad de los mediocampistas y delanteros se fue diluyendo con el correr de los minutos. En ello pagó caro la falta de recambio. Cualquiera de los ausentes le hubiera dado un valor agregado al equipo que hubiera asegurado el triunfo.


Borja, desde el fondo empuja al equipo. Clave en defensa y con gol

Sin embargo, hubo buenas combinaciones entre Nacho, Oso, Negro y Mariano, que siempre tocó de primera hacia los costados. Pero el juego se fue haciendo ríspido y el Bebe entró en un duelo verbal con el 9 de Vértigo, que estaba alterado por demás. Entre peleas vanas y protestas al árbitro, el delantero vertiguense recibió doble amarilla y roja cuando faltaban diez minutos para el final. Sin embargo, Vértigo había pisado el acelerador y metió a Simbada en su arco durante los últimos 20 minutos, en parte por el agotamiento de piernas.

Tras una sucesión de corners, de los que Simbada no pudo salir, la gran figura de Vértigo, Pinco, conectó sobre el final un cabezazo perdido, fuerte y abajo que venció a Titi que nada podía hacer.

Antes y después del gol del empate, hubo electrizantes subidas de Borja, centros de Bebe, un remate desviado de Negro, tiros desde afuera de Nacho y una pared larga en contraataque entre Oso y Mariano, que éste forzado y muy esquinado llegó a rematar, pero fue conjurado por el arquero. 

Sobre el final Simbada cargó contra Vértigo a puro amor propio, pero el tiempo ya no alcanzó. El empate fue justo. Hubo sí un triunfo del bordó: haber recuperado el orden, la concentración, la soltura y la garra. Buenas herramientas para esperar con esperanza a Pincha Ratas. ¡Vamos todavía!


Apostillas

No hubo casi comentarios después del partido. Todos huyeron a la lancha porque todos debían llegar a tiempo para celebrar el Día de la Madre con la patrona y con sus respectivas madres. Por eso, no hubo declaraciones, pero el conformismo era generalizado en Simbada. El comentario fue que el Negro se hizo a sí mismo el mejor regalo de cumpleaños: un golazo desde afuera del área y casi al ángulo. “Te dás cuenta hago un gol y no hay fotógrafo para registrarlo”, dijo el Negro.

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Hace unos meses, el Bebe aconsejó a Mariano correr más para afirmarse más en el campo de juego. Sus recomendaciones fueron escuchadas. Por eso, el marcador de punta le dijo a Mariano que el entrenamiento había dado resultados y que ahora debía trabajar más en reacción y pique. Mariano está fortaleciendo piernas en el banco de piernas del gimnasio para superar los viejos desgarros. Pero quedó convencido de que los consejos del Bebe merecen ser escuchados. Y así lo hará.

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El Día de la Madre significó para algunos jugadores un desafío mayor. Especialmente para aquellos que tienen despertares tempraneros de mucho contacto con sus respectivas esposas. Hubo quienes debieron celebrar ese día en duras pruebas eróticas que pudieron haber restado algo de reacción a los músculos. No se dirán los nombres por una cuestión de pudor, pero un caso, al menos, hubo seguro. También hay que decir que casi no se notó en la cancha. O sí… para bien. Puede ser un camino a seguir más seguido.

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Juanpi tuvo una actuación espectacular. Y hasta probó con buenos centros que llevaron peligro al arco contrario. Se mostró totalmente recuperado de su lesión y con muy buen fútbol. Excelente noticia. Cuando Mariano felicitó al Bebe por un centro bien tirado, Juanpi, preso de un ataque de celos, le preguntó en pleno campo de juego: “¿Y el mío?”. Mariano contestó que también lo valoraba. Y entonces Juanpi volvió a la carga: “No te lo digo a vos. Se lo digo a Armando Paredes”. Lo cual no hace más que confirmar que los jugadores están pendientes de lo que se escribe en estas líneas, bajo responsabilidad de este humilde cronista.

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El referí tuvo una correcta actuación. Es cierto que algunas faltas a favor de Vértigo las cobró al revés –bienvenido sea- pero la reacción de los jugadores violetas y negros fue desmedida y lo trataron verdaderamente mal al hombre de negro, que no merecía tal desprecio. Hay que tener en cuenta que los árbitros lucen como jóvenes muy dispuestos que pierden un domingo a la mañana para darnos un gran servicio, seguramente por un ingreso módico para sus familias. Son laburantes que no están ahí para que los maltratemos. Por eso, estuvo muy bien expulsado el número 9 de Vértigo, que fue muy duro con el juez. En eso Simbada siempre fue muy correcto. Sigamos así. Felicitaciones muchachos!

martes, 16 de octubre de 2012

Una derrota que obliga a recuperar la calma

SIMBADA 1 V. FALACIA 2

Titi 8
Maseta 6
Borja 6
Bebe 6
Beto 7
Negro 6
Oso 6
Mariano 6
Horacio 4
Rorro 6
Juanpi 6
Tanque 6

Primer tiempo: 12 minutos, gol del 8 de Falacia. 32 minutos, gol de Beto (Simbada)
Segundo tiempo: 11 minutos, gol de Falacia

¡Miren qué equipazo! Cuando todo era optimismo. Luego el partido dejó caras largas

SIMBADA PERDIO EL PARTIDO, PERO
ADEMÁS LA COMPOSTURA Y EL DECORO

Por Armando Paredes

Lo más grave no fue perder un partido. Ni siquiera perder el orden del mediocampo, perder la brújula para encontrar los caminos hacia el arco contrario, o perder a Borja tan temprano, que además de defender siempre empuja a Simbada. Lo más lamentable de la derrota del equipo bordó fue perder la compostura, el decoro, el buen clima de amistad, que siempre reina en el equipo. Se dijeron cosas que no se piensan en frío, que salen de la bronca y la impotencia.
El único que se salvó de la debacle fue Tití. Si no fuera por el cada vez más ágil arquero, que tapó varias jugadas de gol, la derrota hubiera sido más abultada.
Juanpi, por su punta, marcó y se proyectó al ataque

De todos modos, Simbada comenzó como un claro dominador del partido. Comenzó controlando el medio campo, robando las pelotas y haciendo jugar, pero sus volantes no pasaron al ataque. Oso, Negro y Beto insinuaban pero no lastimaban. Mariano pendulaba sobre la salida de los rojiblancos y la presión comenzaba a dar sus frutos, con la asistencia de todos los volantes.
Sin embargo, poco a poco, dos jugadores de Falacia comenzaron a meter en problemas a la defensa. Eran los números 2 y 3, que en pocos minutos articularon combinaciones que pusieron en alerta a toda la retaguardia simbadense hasta que el primero de ellos venció a Tití con un inesperado tiro cruzado.
El resultado era una sorpresa. No era para desesperarse. Justo en ese momento, Borja recibió un golpe con dos piernas contrarias en una salida desafortunada, que lo obligó a dejar la dejar la cancha. La torcedura de rodilla derecha será revisada desde hoy. Todos esperan que sea leve.
Maseta luchó todo el partido. Su actuación fue irreprochable

Por eso, Maseta pasó de zaguero central y Rorro ingresó por Borja. La actuación de Maseta fue irreprochable. Tanto cuando jugó en la punta derecha como cuando debió reemplazar al mejor hombre de Simbada. Hasta pudo disimular su falta de cabezazo, utilizando elegantemente el pecho. Sin embargo, el timing en los cruces y las salidas de Borja, una herramienta fundamental del equipo, se extrañaron con el correr de los minutos.
El ingreso de Horacio aportó dinamismo al medio campo. Tuvo un buen comienzo y pareció que encontraba los caminos cuando se asociaba con Beto y con el Oso para construir la levantada. Beto clavó un golazo de derecha a izquierda, con un derechazo inesperado; luego Oso habilitó al Beto con un pase en cortada que lo dejó mano a mano, pero su buena definición salió apenas desviada.
Beto, fuera de foco, acaba de convertir el empate de Simbada

Horacio tuvo varias oportunidades desde afuera del área y en el último minuto de la parte inicial, Rorro también pudo poner en ventaja a Simbada con un mano a mano que fue tapado por el arquero.
El segundo tiempo era propicio para los bordos. Sin embargo, el equipo entró disperso, desacomodado en algunas líneas y Falacia encontró los espacios por la derecha, con una buena combinación del 3, que terminó habilitando al centro para otro delantero que convirtió solo.

Beto, en uno de sus arranques ordenó el ataque de Simbada

A partir de allí, comenzó la debacle. Ninguna pelota llegaba hasta los pies de Tanque, entonces punta, el buen juego de Beto encontraba los límites del cansancio y Horacio se revolcaba más por el piso de lo que se ocupó de poner la pelota contra su suela. En general, el partido no era bien jugado por ninguno de los equipos. El juego brusco escaló, de ambos lados, y el árbitro, tal vez demasiado riguroso, abusó de las tarjetas amarillas.
Es cierto que, tal vez, la inclusión de Horacio fue tardía. Ingresó tras los primeros 20 minutos. Pero tras un comienzo fulgurante se fue diluyendo en su nerviosismo, sus destemplados arranques verbales hacia sus propios compañeros y hacia sus adversarios.
La desventaja se podía revertir. Pero Horacio, por quien debe pasar el juego de Simbada, perdió la serenidad. Terminó el partido con una amenaza “de pegarle” a un contrario, que fue contestado por los defensores del equipo vencedor y a poco la situación estuvo de desmadrarse.

Rorro, mano a mano también pudo poner en ventaja a Simbada. Tapó el arquero

También desaprobó con gestos visibles y desdeñosos algunos cambios que dispuso el Negro, de buen partido y inacabable voluntad, y transmitió desesperación a sus compañeros, que terminaron así de caer en el desorden general. En sus días normales, suele contagiar buen fútbol con su juego, su buen pie, su visión de la cancha y su arranque electrizante. Es el jugador clave y por ello le cabe la responsabilidad mayor: se dejó llevar por su temperamento explosivo o por una no confesada mala noche de sexo.
“¡Vamos que no tienen huevos!”, los recriminó a grito pelado y sorprendiendo a propios y extraños. Se enfureció por pelotas divididas que no ganó su equipo, aunque él mismo perdió más pelotas que lo habitual por su propio descontrol anímico y por no pasársela a compañeros mejor ubicados. “¿Para qué la voy a pasar si no me devuelven ninguna?”, dijo luego del partido.
Mariano robó la pelota al defensor y cedió al Oso. El empate estuvo cerca

No obstante, Simbada intentó hasta el final y puso contra su arco a Falacia. Mariano, que corrió a los defensores y hasta aplicó el rigor, robó dos pelotas que pudieron determinar el empate. En una anticipó una salida y se fue solo al gol, pero ante el cierre de un defensor, cedió para el Oso, que también fue tapado. En otra, corrió un balón q parecía perdido hasta la línea de fondo y echó el centro atrás a la carrera para que Horacio cediera a Tanque que por poco no convirtió.
En el fragor del final, Tanque debió irse por insultar a un contrario y ceder su lugar al Negro, que también ayudó a poner el equipo en ataque. El empate no se dio. Falto suerte. Falacia mostró una mejor imagen que el último torneo: tiene algunos refuerzos.


Oso dejó solo a Beto con el arquero. Definió desviado

Simbada tiene cuatro partidos por delante: Vértigo, Pincha Ratas, Más Música y Xeneizes. Contra todos puede ganar o perder. No es más ni menos que nadie. Tiene sus días buenos y sus días malos. Pero esta derrota obliga sólo a una cosa: recuperar la calma. No debe dejar nunca más que el nerviosismo y el descontrol le hagan perder la buena imagen, la compostura y el decoro.


APOSTILLAS
“Horacio, no pasaste las pelotas, tenés que jugarla más porque tenemos que divertirnos”, le dijeron al habilidoso mediocampista de Simbada al terminar el partido cuando los ánimos estaban caldeados tras la derrota en el vestuario de Simbada. Horacio contestó secamente: “No la paso porque nadie me devuelve una. Y yo me divierto si jugamos bien”. El aire se cortaba con cuchillo. Habrá que trabajar en la semana con el correo electrónico para calmar los ánimos.










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El Negro intentó llamar a la reflexión a todos los jugadores. “Hay que tener en cuenta que esto es Simbada. Somos esto, es lo que hay. Tenemos que venir a pasarla bien y saber que no estamos para estar primeros. Podemos jugar bien un partido y otros no tanto. Pero siempre divertirnos y saber que cada uno hace lo mejor que puede”. No obstante defendió el malestar de Horacio ante la salida de Beto porque “él sostenía que no lo tenía que sacar”. Borja comentó que siempre en estos casos es bueno leer la columna de Bebe en este mismo blog: “Somos un equipo de amigos”. Sobran las palabras.

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Fuera de la cancha se comentó que Maseta es el que más imparte órdenes en voz alta hacia sus compañeros. Es un segundo DT dentro de la cancha. En algunas de ellas, llegó a revelar aspectos reservados del equipo como cuando dice a sus compañeros que piquen hacia determinado sector para recibir solos. “Es el que mas habla y sólo se lo escucha es Maseta”, dijo un compañero que esperaba entrar en el primer tiempo fuera del campo. “Y hasta aviva a los contrarios”, aseguró. Por supuesto, todas fueron risas. El asunto no reviste gravedad.


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Apostilla Apócrifa (agregada por el editor)
En un momento del final del segundo tiempo al tanque se le ocurrió que podía jugar mejor en la defensa. La foto que ilustra esta apostilla es la reacción espontánea de la muchachada a semejante sinrazón. Evidentemente no podemos transcribir los apelativos emanados de gargantas embravecidas, entre otras cosas porque no sabríamos cómo escribirlas con corrección...

lunes, 1 de octubre de 2012

UNA APABULLANTE GOLEADA QUE NO DUELE Y ENSEÑA


SIMBADA 0 V. EBELYN 6

Titi (6)
Juanpi (6)
Borja (7)
Bebe (8)
Nacho (6)
Horacio (6)
Oso (6)
Mariano (6)
Negro (6)
Beto (6)
Maseta (6)

Primer tiempo: 11 y 23 minutos, goles de Ebelyn.
Segundo tiempo: 7, 14, 25 y 32 minutos goles de Ebelyn.

UNA APABULLANTE GOLEADA
QUE NO DUELE Y ENSEÑA
Por Armando Paredes

Pasó lo peor. El resultado está puesto y hay que olvidar rápidamente el 0 a 6 ante el más poderoso rival futbolístico del campeonato Clásicos del Náutico: Ebelyn. La derrota dejó aspectos positivos en el activo de Simbada, y los puntos negativos tuvieron más que ver con el poderío extraordinario del equipo verde que con las imperfecciones, que las hubo (¿Cómo negarlo?) de la escuadra simbadense. Cualquier frustración disminuye si se tiene en cuenta que el ahora solitario puntero del torneo venía de una serie contundente. Había triunfado sus tres partidos anteriores por scores apabullantes: 5 a 0 a Pincharratas; 5 a 0 a Falacia, y 6 a 1 a Vértigo. Simbada solo fue su cuarta víctima.
Simbada con camiseta suplente. Arriba. Titi, Maseta, Borja, Beto y Horacio. 
Abajo. Nacho, Negro, Mariano, Bebe, Oso y Juanpi

Así y todo, hay que decirlo: fue un 0-6 mentiroso. Hubo goles evitables de Ebelyn, como el que se desvió en la cabeza de Juanpi. Nunca admitiremos desde estas imparciales crónicas que fue gol en contra. Sería faltar a la verdad. Juampi, sin embargo, fue una de las noticias rescatables de la jornada. Volvió luego de una vieja lesión y pese a su falta de fútbol, demostró que, como le gusta decir, “J-pi-stá”. Tuvo un buen partido. Y el equipo –y el grupo- lo necesitaba. También existieron descuidos colectivos que no se vieron en otros partidos. Como el primer gol, que parecía un pase intrascendente entre delanteros rivales que terminó en la red con un triste puntín del delantero ebeliniano.
Una de las pocas llegadas en el primer tiempo. Borja no pudo conectar de cabeza

Por otra parte, también se debió evitar el cuarto gol del marcador de punta derecho –el 8 de ellos mentirosamente jovato- que apiló simbadenses de derecha a izquierda y que parecía que pasaría el balón y finalmente la cruzó ante un estático Tití, que no obstante tuvo otras salvadas importantes que hubieran empeorado la goleada.
Negro peleó en el medio campo. Oso recibe con duras marcas

Y Simbada debió irse, al menos, con dos gritos en su tanteador. Hubiera sido más justo. ¿Qué pasó? El equipó bordó –que jugó con casaca suplente de color celeste- hizo diez minutos iniciales electrizantes. Parecía que soñaba con la hazaña.
Horacio probó de afuera, pero siempre se fue a los árboles

Horacio arrancó el partido intratable. Se desprendía, cruzaba en diagonales, gambeteaba volantes adversarios: arrasaba con su movilidad a la defensa contraria. Se asoció con el Oso por izquierda y con Nacho por derecha. Mariano ahogó a los defensores verdes, robó algunas pelotas, y estuvo a un tris de poner en ventaja a Simbada cuando no pudo controlar un pase muy alto del Oso en posición de gol. En otro avance arrollador del Oso –ya perdía Simbada uno a cero- también pudo estar el empate si el puntero hubiera tirado el centro atrás pero prefirió rematar al hueco entre el arquero y el palo. Y la pelota dio en la red, pero en la parte exterior del arco.
Simbada arrancó bien. Su libreto clásico funcionaba.
Negro también probó y buscó. En esta se fue desviada

Había despliegue en sus volantes, atención en la defensa y presión en sus delanteros. El fútbol, que pasaba por Oreja, se fue diluyendo a medida de que Horacio debió ocuparse más en detener el buen juego progresivo de Ebelyn que en crear el propio. Y hasta recurrió al juego brusco, algo que siempre suele hacer con una amabilidad conmovedora ya que luego de la patada descalificadora ofrece sus servicios traumatológicos y convierte a cualquier adversario en un paciente necesitado, pero agradecido, por cuanto ni siquiera pide carnet de obra social o prepaga. Horacio es un maltratador altruista. Un filántropo del foul.

El Bebe hizo un partido sobresaliente –quizás fue el mejor jugador de Simbada- y pudo reemplazar con solvencia al Rorro, uno de los nuevos pilares de Simbada, por la punta izquierda. También Bebe puso pierna fuerte cuando era necesario. Y se alternó con Juanpi en la punta derecha, que luego fue ocupada por Maseta, de eficiente labor. Borja también estuvo sólido durante todo el primer tiempo, pero un tirón en el aductor y la confusión general de Simbada le bajaron el nivel en el segundo. De todos modos, sus constantes subidas aportaron peligro.
Beto fue un arma ofensiva, pero no alcanzó

El segundo tiempo, especialmente en los primeros 20 minutos, Simbada fue muy confuso. Apenas si hubo avances en el arco ebelineano y Beto mostró algunos pincelazos de su fútbol, en algunas paredes con Horacio y Nacho. Pero otro tirón en el gemelo derecho terminó por sacarlo de la cancha. Horacio probó mucho de media distancia, pero sus remates, por ser tan potentes, fueron muy desviados y podaron algunas de los árboles de la Isla B; el buen juego clásico de Simbada tenía todos los circuitos ahogados por las marcas férreas y constantes de Ebelyn, un equipo que además de jugar hace sentir el rigor de la fricción.
Maseta corrió, luchó y quebró la muñeca

El Negro, desde los 20 del primer tiempo, aportó lucha, marca, y hasta robó buenas pelotas que jugó con criterio y pudo desequilibrar. Alguna jugada a destiempo, en la primera etapa, le reportó una tarjeta amarilla o advertencias del buen árbitro, de buena tarea.
Bebe desbordó por la derecha y llevó peligro

En los últimos diez minutos, Simbada recurrió al amor propio y emparejó el juego: quería el gol del honor y hubiera sido merecido. Pero la goleada era irrecuperable. De todos modos, el resultado abultado no debe engañar. Simbada está para ganar muchos partidos todavía en el campeonato. Ayer no pudo contra el mejor. Debió correr demasiado. Fue dominado, neutralizado, y perdió el control de la pelota, que circulaba con velocidad y precisión entre los pies de los jugadores verdes que fueron demoliendo al buen team bordó. Pero Simbada se sacó de encima el equipo quizás más difícil. El único que también lo había goleado de manera inapelable en la primera mitad del año.
Nacho mostró el habitual temple para llevar el equipo hacia adelante

Queda por delante un calendario accesible: los rivales serán Falacia el 14 de octubre y Vértigo el 23. La goleada podrá enseñar mucho si Simbada repite los diez primeros minutos de concentración y fútbol y los puede mantener –como en el 2 a 0 contra Dynamo- contra otros rivales más accesibles. La oportunidad es inmejorable para escalar algunos peldaños en la tabla y ganar confianza. El equipo está en carrera: el objetivo de ganar 5 partidos –ya ganó uno- está intacto y si puede con Los Xeneizes serían 6. ¿Por qué no? Hay equipo, hay mística, agallas y hay individualidades. Nada se perdió con esta terrible paliza.

APOSTILLAS
Tití mostró una figura mucho más esbelta. Está haciendo el tratamiento Herbalife que patrocina Borja, que está ofreciendo sin cargo muchos tarros del brebaje rico en proteínas. El arquero exhibió 4 kilos menos en el partido de ayer, pero advirtió que en pocos días organizará otro asado en su casa. Se supone que en esa oportunidad interrumpirá por una noche el tratamiento adelgazador. O reemplazará el malbec por un batido sabor a frutilla. Mariano se comprometió a seguir la receta en el verano, cuando el descenso del hambre le permita omitir una comida al día. Difícil objetivo. Se viene el equipo Herbalife!!!

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Nacho parecía sin consuelo luego del partido. “Creo que Ebelyn nos mostró nuestra realidad. Estamos en este nivel”, dijo. Rápidamente fue consolado por Mariano: “Faltan partidos que son más accesibles y tenemos que trabajar para levantar. No me quedaría con esto. Ebelyn será uno de los candidatos a ganar el torneo”, dijo el alto delantero.
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El Tanque amagó con que llegaría al partido. Pero faltó a la cita. Lo mismo pasó con Pepo. Ambas figuras son necesarias y Simbada lo siente cuando no están presentes. Según trascendió, el Tanque no pudo llegar a tiempo desde Boston, donde estuvo –disfrazado de estudiante de Harvard- formulando preguntas destituyentes a la presienta Cristina Kirchner. Tenía previsto llegar a tiempo. En cambio, quien sí pudo abordar un avión de Américan a tiempo fue este cronista –Armando Paredes- que había ido a agitar el cacerol… ejem a cubrir la gira de la Presidenta de la Nacion en su presentación ante las Naciones Unidas para un diario de la derecha oligárquica.

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Borja tuvo que salir a los 70 minutos para preservarse de un tirón en el músculo aductor de la pierna izquierda. Todo Simbada espera que el médico del equipo, Oreja, pueda darle buenas recetas y pociones mágicas para el match que será dentro de 14 días y pueda estar recuperado. El Borja estuvo de gira en la semana por Río Cuarto y entrenó en las artes marciales. El zaguero prefirió sacrificar diez minutos antes que resentirse del todo para los siguientes compromisos.

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Camiseta alternativa. Simbada tuvo que recurrir a la camiseta suplente, de color azul con vivos rojos y blancos, porque Tití, que era el encargado de llevarlas, las olvidó. Sus excusas resultaron poco creíbles. Primero dijo que el lavarropas había tenido un problema de centrifugado. Luego ensayó otro argumento: su esposa lo había mandado a comprar vituallas al supermercado y ello lo distrajo del armado de su bolso. Luego balbuceó algunos contratiempos con su empleada. Y finalmente admitió que por efecto del Herbalife pudo haber una pérdida de memoria, pero sólo momentánea.

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Por negocios personales en Wall Street, Mariano debió viajar a Nueva York en la semana. Aprovechó para entrenar en el Central Park donde corrió dos veces, en sesiones de 40 minutos, para no bajar el nivel, ya que más bajo sería subterráneo. Como quiso que el momento quedara inmortalizado, le pidió a una agraciada señorita que caminaba por ahí que le sacara una fotografía. “Please, can you take me a photograph?”, preguntó en su rudo inglés. “No”, dijo la neoyorquina, haciendo oídos sordos a su pedido. El alto delantero no se dio por vencido y luego de que una mujer morena de echara el ojo le volvió a repetir la pregunta: “Yeeeeess”, le dijo la señorita. Así fue como las imágenes pudieron llegar a buen puerto. Pero las obligaciones profesionales de Mariano con la bolsa neoyorquina impidieron que la relación con la fotógrafa madurara. No era ese, por otra parte, su objetivo.