Titi 5
Maseta 6
Borja 9
Bebe 7
Beto 7
Rorro 7
Oso 6
Mariano 6
Pepo 7
Negro 7
Primer tiempo
7, 14 y 35 minutos goles de Pincharratas
Segundo tiempo
27 minutos, gol de Borja (Simbada) y 34 gol de Beto
(Simbada)
SIMBADA REGALÓ EL PRIMER TIEMPO Y SU
TEMPLE NO LE ALCANZÓ PARA LA HAZAÑA
Por Armando Paredes
El primer tiempo estuvo demás. Pese a un buen comienzo, Simbada se
fue diluyendo dentro del buen toque y rotación de Pincharratas. Pese a la
voluntad de los volantes y la solidez de la defensa el equipo albiazulamarillo
se fue adueñando de la pelota en los primeros minutos, gracias a un buen
despliegue de sus jóvenes y adultos mediocampistas. Los primeros minutos
pudieron tener alguna situación de gol para los bordos. Pero nunca llegó con
claridad.
Sus carrileros, Oso y Beto no ofrecieron el juego de rotación
permanente para crear espacios para el juego asociado. Sin embargo, algunos
movimientos interesantes podían dejar entrever lo que sería el gran final de
Simbada, que no bastó para empatar el partido por la diferencia que el Pincha
había sacado en la primera etapa.
El derrumbe de simbada comenzó con una jugada desgraciada. Un centro
cruzado y bajo de izquierda a derecha tomó por sorpresa a Titi que no pudo
contener la arremetida del voluminoso delantero barbado de los blancos, que se
llevó por delante la pelota con su prominente vientre y la arrastró hacia la
red. Era 0-1 y el desarrollo del partido no justificaba esa
diferencia.
El Negro siempre mostró voluntad, Rorro fue creciendo jugando más
adelantado que lo habitual y Bebe quería ganar todas las pelotas en su punta.
Pese a la firmeza de Borja, que sacó todo lo que pudo de abajo y de arriba, Tití
se encontró con una segunda desgracia. Un remate violentísimo dio contra su palo
derecho y el rebote pegó esta vez en su espalda, marcando el segundo gol
pincha.
El 0-2 parecía una gran cuesta hacia arriba que Simbada, con su
esfuerzo no podía remontar. El desgaste físico de todo el equipo no se pone en
duda, pero quizá falto la cuota que se vio otras veces: no hubo rotación, esa
que crea espacios y obliga a jugar tocando en paredes. Los volantes y el punta,
Mariano, aunque voluntariosos y concentrados, parecieron estáticos y esta vez
estuvieron faltos de variantes e ideas: no generaron peligro arriba. Todo eran
pelotazos y ataques frontales.
En ese marasmo de confusión y falta de ideas, Pincharratas hizo el
tercer gol, en una buena maniobra de uno de sus delanteros que fue mérito, esta
vez sí, de la creatividad de los jugadores albiazulamarillos.
Borja se quiso adueñar de la pelota y llevar el equipo adelante.
Intentó de mil formas, se mandó al ataque, peleó con el cuchillo entre los
dientes, y hasta estuvo a punto de sufrir alguna lesión. Arriba no tenía
respuestas.
En el segundo tiempo, Simbada salió más sereno. Se hizo de la pelota
y comenzó a tocar más hacia a los costados y atrás. Con el resultado casi
inalcanzable solo le quedaba disfrutar y procurar hacer algún gol para sentirse
al menos conforme con el domingo que prometía buen fútbol por la tarde,
superclásico mediante.
Casi como en un prólogo de lo que por la tarde sería la levantada de
Boca, que le empató a River sobre el final, Simbada también se recuperó pero no
le alcanzó para la hazaña. El artíficie de ese repunte fue Borja. Pero también
respaldado y apuntalado por un juego ahora sí más sereno y creativo de sus
volantes, y defensores. Mejoraron mucho Maseta, Bebe, Pepo, Negro, Mariano y
Beto, en tanto que Rorro aportó un pulmón adicional con su constante pivoteo por
derecha e izquierda, en una posición que no le es habitual, más
adelantado.
En esa recuperación tuvo mucho que ver el cansancio de Pincharratas y
–por qué no decirlo- cierto relajamiento. El exceso de confianza casi los hace
pasar un susto. De un corner, Borja conectó el centro con zurda cruzado y le
cambió el palo al arquero. La cosa se ponía 1-3 y había una luz de
esperanza.
La premisa fue jugar tranquilos, divertirse, cambiar de frente, jugar
para atrás, moverse unos y otros hasta buscar los espacios y tocar de primera. Y
de ese modo llegar tocando al arco contrario. Gran acierto que, acompañado por
el distintivo de su temple y su garra, se tendrá que repetir en los dos partidos
que quedan. Asi nació el golazo de Beto, que tras ser habilitado, definió en un
mano a mano solo y por debajo del arquero, con toque sutil y
perfecto.
Por la factura de los goles, hay que decirlo, Simbada debió ganar el
partido. Fueron sin duda más lindos que los tantos de su rival. De algo hay que
agarrarse. Pero goles son amores. Algo que nunca se dijo en el fútbol. Y no
buenas razones.
El 2 a 3 no alcanzó para sumar en la tabla, pero sí para dejar una
mejor imagen y, por cierto, un mejor humor entre los jugadores de Simbada.
Vendrán tiempos mejores. No cabe duda de ello. Se notaron algunas ausencias que
seguramente no se repetirán. El equipo las necesita. Se viene el match contra
Más Música, un rival reforzado, pero que es accesible.
Simbada tiene que reponerse y dejar el torneo con una mejor imagen.
Tiene grandes jugadores. El problema es que son demasiado grandes. Debe sacarse
las presiones de encima. Pero esa experiencia jugará a favor en los momentos
clave. Si el equipo funciona con el toque, la calidad y la movilidad de los
últimos 30 minutos, hay razones para la esperanza. Simbada está
intacto.